Recuerdo a Manu Tenorio en la primera edición de Operación Triunfo. Al lado de Bisbal o Bustamante cualquiera que tuviera un cierto concepto de canción de autor podía destacar. Manu Tenorio citaba a Serrat y eso parecía ubicarle en un territorio estético y lírico diferente. Obviamente se equivocaban aquellos que así lo creían, que pensaban que en Manu había madera de cantautor capaz de construir una carrera medianamente sólida.
El tiempo nos ha hecho ver - por si alguien tenía dudas- la fatuidad de un concurso como Operación Triunfo, incapaz de promocionar el talento, de ofrecer a la audiencia un tipo de canción alejado del consumismo más exagerado, de los modos musicales más arteros. Bisbal y Bustamante siguen perpetrando giras, grabando discos infumables y teniendo seguidores de mentalidad ciertamente adolescente. Lo que hacen Bisbal, Bustamante, Chenoa y compañía carece del más mínimo interés musical pero ahí están prolongando la parafernalia de aquel Operación Triunfo que los dio a conocer. De Manu Tenorio no puede decirse ni eso. El tipo posa en Diez Minutos o en Lecturas o en Men's Health pero de lo que menos puede hablar es de sus canciones. Es obvio que ninguna revista musical rigurosa perdería un minuto de su tiempo en analizar los discos de los triunfitos cuya aportación a nuestro cancionero ha sido de una nulidad más que evidente.
Cada cual construye su carrera como quiere. Afortunadamente hay artistas que transitan por la vía de la exigencia, de la expresividad y de la belleza. Pensemos ahora en Sílvia Pérez Cruz y en su disco 11 de novembre. Ese es el camino, ese es el concepto de una canción que no se somete al instante fugaz y no renuncia al estilo, a eso tan importante que es la búsqueda de un estilo. Silvia no tiene prisa. Su voz eterna y frágil, sus maneras, sus formas van siendo cada vez más elogiadas pero en ella no hay forzamiento de una imagen ni estrategias descaradamente comerciales.
Hay quien en vez de canciones exhibe abdominales y hay quien cree en la canción como han creído antes Bob Dylan, Jacques Brel, Atahualpa Yupanqui o Chico Buarque. ¿Se imaginan al tipo que se desarmaba cantando "Ne me quitte pas" en el Olympia de París posando de esta guisa en una revista? La paradoja es que Manu Tenorio quiso ser el intelectual de OT erigiéndose en tuerto en el país de los ciegos. Al lado de aquella Rosa de España o de Bisbal o de Bustamante cualquiera podía pasar por intelectual.
La portada de Manu Tenorio en Men's Health nos dice por dónde irá su carrera en el futuro, más cerca de abrir un gimnasio con su nombre que de grabar discos consistentes. Este relanzamiento de su imagen pública no hace otra cosa que constatar el fracaso estrepitoso de alguien que se presentó a Operación Triunfo con el referente de Serrat impreso en su guitarra. Algo ha ido mal de aquel entonces en el que versionaba "Aquellas pequeñas cosas" a hoy cuando nos canta este tipo de estribillos:
Que no,
que tú no sientes ni frío ni calor,
que tú me usas para tu diversión,
que a ti no te duele lo que sienta yo....
Pura poesía, que sí, que sí, la del señor Manu Tenorio, el triunfito que cantaba a Serrat y ahora rinde pleitesía a Julio Iglesias.