No voy a cuestionar los méritos del chef gaditano Ángel León. Ni muchísimo menos. Los tendrá y sobrados. En su campo es un innovador y ahora su campo propicia portadas y programas televisivos. Tanto es así que el cocinero ha alcanzado esa cosa tan dudosa llamada fama que ahora también afecta a los cocineros que son parte de la sociedad del espectáculo.
Perdonen mi perplejidad. "Quiero escuchar a los que tienen algo que decir" se pregunta la escritora Marta Sanz en su libro-ensayo No tan incendiario que resume el estado cultural de nuestro tiempo. Hoy los que tienen algo que decir no tienen donde decirlo. El conocimiento es un ángel exiliado, una casa ruinosa, un poema inacabado.
Dice Ángel León que quiere llevar la luz del mar a un plato. Que el comensal coma luz del mar y se sienta superhéroe. La pretensión llevada al arte culinario que es un oficio maravilloso pero que no debiera incorporar lecciones de pomposidad manifiesta. ¿Le han pedido permiso al mar para llevarse su luz...?
Hay cocineros que se creen como mínimo de la Escuela presocrática. Encuentran filosofía kantiana en una tortilla de patatas. Dicen que para cocinar hay que sufrir, existencialismo sartriano llevado al espacio aromado de los mandiles. Y es que vivimos tiempos culturalmente extraños. La fama y los famosos, la afectación, el elogio de lo intrascendente como también refleja Marta Sanz en su libro cuya lectura aconsejo.
No cuestiono a Ángel León pero la transmisión de conocimiento exige otras vías. ¿Dónde están los científicos, los que debieran sentar cátedra en auditorios universitarios? Quien no sale en la tele no es tendencia y ya sabemos quienes salen en la tele.
Andamos algo perdidos o el perdido soy yo. Leo, por ejemplo, Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan y hallo en este trozo de vida escrito impagables lecciones de conocimiento, sin ínfulas de ningún orden. En ciertos chefs sucede todo lo contrario. De ellos es ahora también el reino de los ciegos -y digo bien- y la luz del mar robada a los poetas que ya no tienen quienes los lean.
Esta entrada parte de la lectura de esta noticia: Ángel León, el maridaje perfecto entre fogones e investigación publicada en Diario de Cádiz.
Andamos algo perdidos o el perdido soy yo. Leo, por ejemplo, Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan y hallo en este trozo de vida escrito impagables lecciones de conocimiento, sin ínfulas de ningún orden. En ciertos chefs sucede todo lo contrario. De ellos es ahora también el reino de los ciegos -y digo bien- y la luz del mar robada a los poetas que ya no tienen quienes los lean.
Esta entrada parte de la lectura de esta noticia: Ángel León, el maridaje perfecto entre fogones e investigación publicada en Diario de Cádiz.