Lo interesante de la música es su diversidad, su pluralidad, la que nos puede conducir desde la Badalona que vio nacer a Miguel Poveda hasta la ciudad de Bahía donde Carlinhos Brown escapó de las garras de la miseria. Cuando defiendo una canción poética, con contenido, no estoy despreciando per se otro tipo de propuestas. Lo que sí lamento es que lo vulgar se termine imponiendo en las listas de éxitos y en las emisoras de radio. Pero es lo que tenemos y a veces hay matices que no conviene olvidar, incluso cuando no nos gusta una determinada propuesta o un determinado artista.
Carlinhos Brown montó un espectáculo multitudinario en Cádiz. Lo suyo ciertamente es vulgarizar el Carnaval brasileiro y por extensión la música de un país que ha dado genios como Vinicius o Chico Buarque. Dicho lo cual habrá que recordar la aportación de Carlinhos a un disco muy aconsejable: Tribalistas, proyecto compartido hace algunos años con Marisa Monte y Arnaldo Antunes, dos voces muy interesantes. Y sobre todo habrá que recordarles a algunos la labor que Carlinhos Brown hizo en el barrio Candeal de Bahía. La música puede llegar a ser milagrosa y el cantante brasileño es un ejemplo de ello.
A él mismo le salvó la música y él mismo salvo a muchos niños de Candeal de la miseria a través de la música. Algunos deberían no olvidarlo cuando critican con excesiva gratuidad la figura de Carlinhos Brown. Hay quien dice que no estamos para fiestas de este tipo. Y yo pienso que sí, que de vez en cuando la gente tiene derecho a sonreir, a bailar, a divertirse, con la que nos está cayendo. Es compatible manifestarse contra los recortes del gobierno y disfrutar del señor Carlinhos. Esta gente que opina así imagino que vivirán en una especie de duelo perpetuo por el estado de bienestar perdido. Y no saben que la música puede salvar, puede cambiar el mundo a su modo y el destino de la gente porque la historia de Carlinhos lo ratifica.
Otra cosa es la crítica por la crítica, otra cosa es el partidismo feroz de unos y otros, otra cosa es criticar todo acto del Bicentenario de manera más bien demagógica. Puestos así no hagamos nada, suspendamos todo lo relativo al Doce, incluidas exposiciones, visitas guiadas, charlas, paseos en barco etc. No estamos para nada pues no lo estamos con todas las consecuencias. Pongámosle a Cádiz un inmenso lazo negro, no vayamos a la playa, no festejemos, no salgamos de casa...
Otra cosa es la crítica por la crítica, otra cosa es el partidismo feroz de unos y otros, otra cosa es criticar todo acto del Bicentenario de manera más bien demagógica. Puestos así no hagamos nada, suspendamos todo lo relativo al Doce, incluidas exposiciones, visitas guiadas, charlas, paseos en barco etc. No estamos para nada pues no lo estamos con todas las consecuencias. Pongámosle a Cádiz un inmenso lazo negro, no vayamos a la playa, no festejemos, no salgamos de casa...
Tanto llenarnos la boca con la palabra solidaridad y nadie piensa en el ejemplo de Carlinhos Brown que de algún modo vibra en su música itinerante y que supo plasmar en imágenes alguien tan poco sospechoso como Fernando Trueba. Tanto hablar de solidaridad con el pequeño comercio y nadie se para a pensar los beneficios que ha traído para este sector un concierto tan multitudinario como éste. Ahí están los datos de HORECA, para quien quiera consultarlos. Y luego está la promoción de Cádiz que los prolegómenos y la celebración de un concierto de estas características ha traído. Guste o no la marca Carlinhos Brown vende más allá del Puente Carranza y en eso también ha resultado positiva la presencia del cantante, productor y percusionista.
Y no, no me gusta la música de Carlinhos Brown pero menos me gusta la demagogía de algunos, la forma de tirar cualquier iniciativa por la borda sin aportar demasiadas ideas alternativas. Creo que como espectáculo el concierto de Carlinhos ha sido un éxito absoluto, un acto excepcional dentro de la programación del Bicentenario que también debe tener un componente festivo, pese a las circunstancias. Y al menos por unas horas la gente ha dejado aparcados sus problemas, la prima de riesgo, el rescate, las medidas sangrantes de Rajoy, la pésima herencia de Zapatero, todo eso que PSOE y PP han hecho tan mal y que no debe olvidarse a la hora de hacer un relato medianamente objetivo de los acontecimientos.
Y no, no me gusta la música de Carlinhos Brown pero menos me gusta la demagogía de algunos, la forma de tirar cualquier iniciativa por la borda sin aportar demasiadas ideas alternativas. Creo que como espectáculo el concierto de Carlinhos ha sido un éxito absoluto, un acto excepcional dentro de la programación del Bicentenario que también debe tener un componente festivo, pese a las circunstancias. Y al menos por unas horas la gente ha dejado aparcados sus problemas, la prima de riesgo, el rescate, las medidas sangrantes de Rajoy, la pésima herencia de Zapatero, todo eso que PSOE y PP han hecho tan mal y que no debe olvidarse a la hora de hacer un relato medianamente objetivo de los acontecimientos.