BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




lunes, 26 de mayo de 2014

ELECCIONES

Las elecciones europeas y el partidismo feroz que enciende a las masas en Facebook. Hay quienes son capaces de morir por sus ideas o al menos lo parecen. Pero Brassens -maravilloso ácrata- ya decía que él también moriría por ellas pero de muerte lenta. Yo también, si me quedara claro a donde llevan ciertas ideas, si viera en qué se convierten las ideas en las que creo en manos de las personas en las que no creo. 

Padecemos el cansancio de occidente, como en aquella conversación de Rafael Argullol y Eugenio Trías que se convirtió en libro. Ahora todos hablan de Podemos y del final del bipartidismo, de un horizonte de luz que se abre contra la corrupción de los grandes partidos. Y lo mejor es callar mientras suenen los sables de la intolerancia a izquierda y derecha, los análisis apresurados de los tertulianos, el predecible discurso de los unos y de los otros. Si no estás conmigo estás contra mí, si no crees en la revolución eres un fascista, un aburguesado, un instalado, un situado. Pero expongo mi derecho a la duda y al escepticismo o como le leía a Sergio del Molino el derecho incluso a no participar de este tinglado de siglas y eslóganes, de los mismos de siempre y de los que vienen con la bandera del regeneracionismo y de la pureza absoluta porque nada ni nadie va a corromperlos. 

Ganó el Madrid y ganó el poder, perdió el Atlético y perdió el proletariado. El árbitro prolongó cinco minutos porque se lo dijo Aznar. Así se las gastan algunos, llevando la demagogia a todos los campos. Fútbol y política y un mundo hecho de fricciones, de puñaladas por la espalda, de injusticias y valles de lágrimas. Más civismo y menos partidismo, más tolerancia y menos insultos. Que da miedo la retórica de los salvadores, que dan miedos ciertos modelos alternativos, como da miedo el modelo conocido, la banca, el político infecto, el borbónico monarca que caza elefantes. Paren el mundo que me bajo. O déjenme a la sombra del árbol que amo con la gente que amo, leyendo los proverbios y cantares machadianos, lejos de tantísimos calumniadores que se creen en posesión de la verdad, de su verdad. Y si no comulgan con mis principios no tengo otros. 

sábado, 24 de mayo de 2014

EL MADRID DE CARLO (ÚLTIMA ENTRADA)



Siempre que hay un gran partido de fútbol asoman los detractores, los que nada comprenden, los que piensan que el fútbol es pan y circo. Ignoran la belleza de este deporte que va más allá de los hilos más bien oscuros que indudablemente lo mueven porque allí donde brilla el vil metal asoman intereses oscuros y corrupciones varias. Pero el fútbol es infancia, lo he dicho muchas veces, un balón de reglamento que se acaricia en una playa mientras el sol se pone en el horizonte. Quien lo jugó sabe bien lo que digo. Y el fútbol es Zitarrosa cantándole a Garrincha o Serrat cantándole a Kubala. Y es Javier Marías titulando su libro balompédico Salvajes y sentimentales. Y Pier Paolo Pasolini teorizando sobre la poesía del fútbol o Miguel Hernández escribiendo su elegía a un guardameta. Insisto que quien lo jugó o lo probó lo sabe.

En las finales agónicas, de pronóstico incierto, suelen darse cita la épica y la lírica. Muchas lecciones pueden extraerse de un partido de fútbol, muchas lecciones vitales, para quien quiera verlo, para quien quiera asomarse a ellas. Habrá quien quiera ver veintidós tipos en calzoncillos. Uno que ha marcado algunos goles en pachangas sabe que la cosa es más compleja, sabe que hay narradores como el brasileño Sergio Rodrigues que pueden componer una novela a partir de la poética de un regate como el de Pelé a Mazurkiewicz en el Mundial de México celebrado en 1970. 

El Madrid ganó la décima empatando en el último suspiro del encuentro. Si Sergio Ramos no marca gol en ese córner postrero hablaríamos de una temporada de Ancelotti más bien discreta y de un Madrid incapaz de profundizar, de generar peligro en el encuentro, pese a la mejora que supuso la entrada en cancha de Isco y Marcelo. Pero el fútbol es causa y azar y Ramos se elevó noqueando la moral del admirable adversario. 

En la prórroga todo fue coser y cantar e incluso quienes hemos dudado de Ancelotti terminamos reconociéndole el incuestionable mérito de haber logrado hacer equipo e historia conquistando la ansiada décima Copa de Europa. Todo ello sin necesidad de aspavientos, sin tensiones, sin ruedas de prensa como campos de batalla. El perfil bajo de Ancelotti ha dado sus frutos y para ello no ha sido necesario romper con cierto estilo futbolístico impuesto por su denostado antecesor. 

El partido no fue bueno pero lo simboliza la grandiosa arrancada de Di María que dio origen al segundo gol ejecutado por Bale. El argentino ha completado su mejor temporada, en la que su concurso ha sido más determinante. Curiosamente hace unos meses se le cuestionaba. Son las cosas de este deporte, la frontera mínima que separa el éxito del fracaso.

martes, 13 de mayo de 2014

SILVIA PÉREZ CRUZ CANTA A MIGUEL HERNÁNDEZ



Escucho granada, enorme disco de versiones personalísimas que debemos a Silvia Pérez Cruz y a Raúl Fernández cuyo nombre asociamos inmediatamente a Refree en donde ha desarrollado una serie de experiencias musicales ciertamente interesantes. Me acuerdo de Silvia llegando discreta y callada a la presentación de  mi libro Serrat, cantares y huellas en Barcelona. Yo era consciente que aquella voz impactante iba a seguir creciendo hasta convertirse en lo que ahora es una absoluta referencia de la música que se hace en este país que es suma de países, identidades y culturas. De todas esas culturas -y de otras muchas- bebe la talentosa Silvia Pérez Cruz que deslumbró al mismísimo Joan Manuel Serrat aquella tarde memorable en la Casa del Libro ubicada en la Rambla de Catalunya. 

Uno escucha granada y tiembla de emoción con tanta versión deslumbrante. Cuando alguien canta así se apropia del repertorio escogido, le otorga una dimensión nueva, palpitante. En Las gafas de Allen le dediqué un poema que no sé si llegará a leer porque quizá no vuelva a tener a Silvia tan cerca como en aquella presentación barcelonesa. Se titulaba "La voz de Silvia" y uno pensaba en Calella, la misma Calella cuya ribera recreaba Salvador Pániker en su libro Diario de otoño que debe leerse a pequeños sorbos como un gran tratado vital.

Silvia canta y conmueve. Incluso le perdonamos algún fallo de vocalización en su versión de la "Elegía a Ramón Sijé" (titulada  en los créditos "Compañero") de Miguel Hernández. Aquí ha tomado como referencia la admirable versión del poema que hizo Enrique Morente en su disco Despegando, obra muy importante en la propia evolución del cantaor granadino. No entiendo que Elsa Fernández Santos en su excelente reportaje sobre granada en El País eluda la procedencia poética de esta pieza y no asome en ningún momento de su texto el nombre de Miguel Hernández, autor de esa elegía conmovedora, cumbre de la lírica española contemporánea. El poeta del romancero y cancionero de ausencias duele en la voz de terciopelo de Silvia Pérez Cruz. Sin su texto no habría adaptación posible de Morente. Por eso hay que citarlo, ahora y siempre, como a Lorca cuya poesía se encuentra con Leonard Cohen y posibilita joyas como "Pequeño vals vienés" que también cantó Morente y que Silvia y Raúl bordan.  

Lo de Silvia Pérez Cruz es un prodigio de la naturaleza. Su voz viene de lejos y mediterráneamente abraza la habanera, se cobija en la copla y se adentra en los misterios del alma, en los rincones del sueño donde aletean pájaros y sones, madrugadas y abismos. Con granada no ofrece un simple disco de versiones. Es mucho más que eso. Basta escuchar "Abril 74" de Lluis Llach para advertir que de las canciones ajenas tiene el don de apoderarse, de conferirles una nueva identidad, un giro inesperado. Algún día le contaré a mi hija que una tarde Silvia vino a cantarle "Pare" a Serrat mientras su padre presentaba un libro en Barcelona. No es algo que suceda todos los días. 


EL MADRID DE CARLO (PENÚLTIMA ENTREGA)

Ha sido golear en Munich y bajar los brazos o volver a la versión dominante del Madrid esta temporada en la que ya no está Mourinho pero en la que el juego sigue brillando por su ausencia. El equipo sigue definiéndose en el contragolpe. Cuando tiene que circular el balón, abrir espacios, tocar y dominar el juego se produce un colapso de ideas o bloqueo creativo y ni a Isco se le aparecen las musas. 

No es de recibo la imagen que dio el Madrid en sus partidos de Vigo y de Valladolid. No parecía jugarse la liga. A pesar de las bajas se podía esperar otra versión, otra forma de afrontar tan decisivos encuentros. En punta Morata estuvo lejos de reivindicarse y no aprovechó la ausencia de Ronaldo, futbolista clave, algo que parece obvio pero que no lo es. Algún lumbrera dice que cuando CR7 no está el Madrid juega mejor (sic) dado el individualismo enfermizo del portugués (más sic). 

La histórica gesta de Munich no debe ocultar que este Madrid no es el que nos vendieron en pretemporada. Ancelotti venía para devolver la lírica al juego madridista pero la lírica ha aparecido a cuentagotas. Sergio Ramos es un magnífico central pero no puede ser referencia ofensiva del equipo. Sería deseable un Madrid más fantasioso, con una mayor inventiva en la circulación del balón. Y sabemos que hay jugadores de sobra para ello (Modric, Di Maria, Benzemá etc). Pero la idea de fútbol de Ancelotti no acaba de cuajar. Y la sombra de Mou sigue siendo alargada. 

Podrá llegar la décima que todo lo compensaría. Pero es hora ya que el Madrid vuelva a mirarse en el modelo de la Quinta del Buitre. Aquel equipo no ganó ni una sola Copa de Europa. La rozó con los dedos, la mereció pero no la ganó. Pero está en la memoria de quienes amamos el fútbol y sabemos que hay muchas formas de entenderlo pero que un equipo como el Madrid no puede renunciar a la pelota, debe basar sus argumentos en la posesión. Para otro tipo de fútbol, de tácticas y estrategias, ya están Simeone o Mourinho que están más cerca en sus modos de lo que algunos quieren hacernos ver. 

lunes, 12 de mayo de 2014

EL MUNDO DE MARÍA VICTORIA ATENCIA

Repaso viejas cartas del poeta Rafael León enviadas a mi padre en los años cincuenta. La revista Caleta estrechaba lazos con miembros activos de la revista Caracola o lo que es lo mismo la poesía gaditana estrechaba lazos con la poesía malagueña. En esas cartas aparece como presencia constante María Victoria Atencia como novia de Rafael León y como poeta que sentaba las bases de lo que iba a ser una obra de perenne fulgor con una forma de posar la mirada ciertamente admirable. En una de esas cartas le escribe: 
Mi querido García Gómez: a través de José Luis Tejada, nuestro amigo común, te envío dos breves colaboraciones para tu revista. Hace tiempo que le había preguntado en qué sitios gustaba él de publicar, y a propósito de Caleta me dijo que si alguna vez quería algo de ti que él se ofrecería de mediador con todo el interés del afecto que a los dos nos tenía.   
Escribo poco y dedico más tiempo a la labor tipográfica. Por eso, hasta aquí, he ido dando casi sólo en Caracola mis cosas. Pero dentro de unos días meto en prensas mi segundo libro: un cuaderno muy sencillo pero -espero- bien cuidado y elegante. Ya te lo enviaré. Por eso quería airear algunos de sus poemas, antes de unirlos en su serie. A Tejada envío, para que te remita, uno de ellos, bien breve. Y un soneto de mi novia -María Victoria Atencia- que es corrección y versión definitiva de otro que, ya hace mucho, dio también en esta revista. Por lo que tiene ya de definitivo, nos interesa darle mayor divulgación, que la de dejarlo dormir en su carpeta. Alfonso Canales me dice que no he debido acudir a Tejada, que tú directamente habrías atendido cualquier petición nuestra...

La carta prosigue y es sólo una muestra de esos lazos poéticos que existían desde muy pronto entre Rafael León, María Victoría Atencia y mi padre. En los años cincuenta del pasado siglo José Manuel García Gómez ejercía de persona de referencia en la poesía gaditana, al que muchos acudían para divulgar sus poemas a través del altavoz que suponían las entusiastas mareas de Caleta. 

Este año es el año de María Victoria Atencia, año en el que el Centro Andaluz de las Letras la reconoce como autora del año y en el que recibe el Premio Reina Sofia de Poesía Iberoamericana. Todo ello hace que su poesía pase ahora al primer plano a la búsqueda de curiosos lectores que quieran mirarse en su delicada obra, una obra empapada de nostalgia y sabia en su modo de pintar las pequeñas cosas, los pequeños hallazgos cotidianos. 

Buscar la presencia de María Victoria en las cartas de Rafael León dedicadas a mi padre me reconforta. Uno se sienta y se pone las alas de otro tiempo y escucha el eco lírico de otro tiempo, el oleaje epistolar de aquellos poetas que amanecían con un verso prendido del labio, un verso que oponer a aquel duro trasiego de la posguerra.

Leo El mundo de M.V, poemario que resume toda la sugerente cotidianidad del verso de la poetisa malagueña que pregonó la Semana Santa malagueña a mediados de los años ochenta. Este hecho ya la convertiría en sospechosa de beatería para algunos periodistas como Luis Miguel Fuentes que en las páginas de El Mundo suelen arrojar una imagen de la Semana Santa apegada al franquismo, como cosa hortera y anacrónica, herencia del nacional-catolicismo. Curiosamente voces como las de María Victoria Atencia vienen a demostrar todo lo contrario y sitúan a la Semana Santa como sinónimo de deslumbramiento, de poema que se abre como flor primaveral sobre la tarde azarosa y doliente. Formas de posar la mirada, de atender a los matices y a todo el caudal de sensaciones que pudiera contener un paso de palio que viene barrocamente a nuestro encuentro. 

La edición de aquel pregón de M.V contaba con palabras preliminares de Manuel Alcántara: "Ya de niña tenía un deje de azucena que piensa. Era ya celeste y esbelta y María Victoria, camino de la Asunción o del Monte, perseguida por sus trenzas y por las miradas de aquellos adolescentes que fuimos, que acaso seguimos siendo, porque todavía adolecemos y porque todavía seguimos mirando...". 

Deje de azucena que piensa y poetisa de "blusa y pantalón vaquero" que en 1978 deja escrito: "En dañados espejos un azogue de muerte/ revoca el esplendor morado de los lirios...". Poesía que permanece, que crece al compás del día y sus destellos, poesía que ama la vida y llora la muerte: "En el recinto sepia de tu fotografía/ cuarenta años más tarde, una tarde entre amigos/ han venido a dolerme tu muerte y tu belleza...".