BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




domingo, 26 de mayo de 2013

DILETANTE 7 (Moustaki, el hedonista melancólico)

La barba crecida y canosa ya estaba en la portada de este viejo elepé que ahora rescato del baúl de los vinilos enterrados. Canta Georges Moustaki en el primer temblor de este disco sin título (Polydor, 1972) la consagratoria "La meteque" que no quiso Serge Reggiani quien aparece en una de las fotografías de la contraportada en donde también están Bárbara o Edith Piaf, todos ellos parte de la historia cantada por Moustaki, viajero incansable, homérico, cuya voz de dicción melancólica formó parte del paisaje más popular de la canción francesa.  

Hemos llorado a Moustaki al borde del camino de esta primavera. Con él hemos regresado a la soledad cantada, al himno libertario, al mayo francés desangrándose en la acera de los sueños perdidos. Suenan "Voyage", "Le facteur" o "La mer m' a donne" y hay como una caricia temblando en esta noche de mayo, una caricia con forma de guitarra, de melena al viento, de canción mediterránea susurrada. Moustaki logró en España lo que otros intérpretes franceses no consiguieron, un cierto éxito popular que le permitía tocar con frecuencia y reforzar vínculos con su público. No era mejor que Brel o que Brassens pero sí logró ser el más querido, el que pudo construir una relación de afectos con el público español.  

Moustaki leyó y adaptó a Verlaine (recuérdese "Gaspard") y se empapó del hedonismo carioca para terminar siendo ese viejo sabio al que otros acuden para mirarse, para sentirse parte de su mundo. Es lo que supo hacer Marina Rossell que grabó un hermoso disco con canciones de Moustaki adaptadas a la lengua catalana. El viajero apátrida que nació en Alejandría halló en Marina Rossell una intérprete certera de su universo cuando a Moustaki -aquejado de una enfermedad respiratoria- ya no le quedaba voz. 

A propósito de un recital de Moustaki en el Palau de la Música de Barcelona Mingus B. Formentor se refería en las páginas de La Vanguardia a su monótona languidez y a su voz de recitador, sin apenas registros. Ya entonces el canto del trovador era el canto de una nostalgia, de un pasado de resistencia, de esperanza, de lucha lírica. Todavía hoy parte de esa atmósfera se percibe cuando suena "La meteque" y pensamos en el cantor que fue del negro escénico al blanco rutilante, de la bohemia parisina a los fastos callejeros de Río de Janeiro.     

martes, 21 de mayo de 2013

Un chamán de feria llamado Mourinho

El reputadísimo escritor Javier Marías publicó en mayo de 2011 un artículo titulado Un chamán de feria destinado a Mourinho que culminaba entonces su primera temporada como entrenador del Real Madrid. Marías advertía que si semejante personaje se prolongaba en el Real Madrid probaría a hacerse de otro equipo. Marías cuestionaba también al presidente Florentino Pérez por haber puesto el club a la entera disposición del sátrapa Mou que además -añadía- no sabe de fútbol:

Florentino Pérez tiene cuatro años más que yo. Ha asistido a lo mismo. Será un lince para sus negocios, qué duda cabe, pero está demostrando ser un hombre poco inteligente, para haberse entregado a un chamán de feria como Mourinho, alguien mucho menos inteligente aún que él. Un individuo que no sabe de fútbol y al que el Madrid le trae sin cuidado, que no tiene reparo en traicionar su centenaria tradición y en arrojar sobre él una mancha que se hará difícil borrar. Su Madrid es un equipo con buenos jugadores a los que manda jugar feo y mal...
No quisiera convertirme en defensor del vilipendiado Mou que ha errado en las formas y en los modos en numerosas ocasiones como en aquella final de Supercopa en la que su dedo fue a encontrarse con el ojo de Tito Vilanova y marcó el camino a más de un seguidor ultra. Lo que sí sé es que no todo ha sido pernicioso en este trienio en el que el Real Madrid ha vuelto a ser un equipo competitivo, capaz de hacer frente al mejor Barça de la historia. Nos podrá gustar más o menos el personaje que representa Mourinho pero no se le puede negar su profesionalidad, algo que Javier Marías le negaba de forma más bien gratuita en un artículo en el que convertía a un futbolista de escaso carácter como Pedro León en víctima propiciatoria del portugués.

Por el banquillo madridista han pasado tipos singulares y no precisamente memorables, desde Vanderlei Luxemburgo a Queiroz, desde López Caro a Benito Floro. Ninguno de ellos impuso  personalidad alguna en el vestuario blanco. En el acoso y derribo a Mou se olvidan hasta de sus aciertos, como su segunda temporada en la que el Madrid cuajó un campeonato de liga brillantísimo superando con cierta claridad al Barça de  Pep Guardiola. A eso sumar su excelente champions de la que quedó apeado en la tanda de penaltis por un Bayern de Munich muy parecido al que vapuleó al eterno rival esta misma temporada. El cerco sobre Mourinho no viene de ahora sino desde su llegada e incluso prosiguió el curso pasado cuando los resultados le acompañaban y el Madrid dibujaba en el césped su mejor versión de todas las que tuvo en los últimos tiempos.

No digo yo que Mou no sea un tipo áspero y poco edificante. Pero quienes lo insultan también deberían mirarse en un espejo que los retratara porque en fútbol como en la vida no es la primera vez ni la última que las pasiones enfermizas manejan el tono y se degrada al contrario con ferocidad y alevosía. David Gistau ha escrito en alguna ocasión sobre la virulencia que cierta prensa escrita ha empleado con Mourinho. En cierto modo la consigna era matar deportivamente a Mou y en este clima era imposible salvar esta temporada enrarecida con futbolistas que ya no se sentían fieles a la causa y han sido responsables también de este año de fracaso más que anunciado. Como antes también lo fueron de la consecución de la liga.

Analicemos la temporada de Benzemá, de Higuain, del intermitente Ózil, de Khedira o de Di Maria y encontraremos ciertas claves del fracaso deportivo de Mou. Sólo Ronaldo -tan vilipendiado desde el extremismo antimadridista- ha sido capaz de sostener ofensivamente al Madrid que este año no ha jugado absolutamente a nada con una plantilla aletargada y un entrenador  displicente y cada vez más aislado cediéndole las comparecencias públicas a Aitor Karanka.

El chamán de feria se marcha al fútbol inglés. Javier Marías cuyo ego no es menor que el de Mou respira tranquilo y volverá a proclamar su madridismo. La prensa deportiva de este país lo echará de menos porque será difícil vivir sin atacar a Mou. Quizá Carlo Ancelotti haga jugar bien al fútbol al Madrid y Casillas vuelva a ser incuestionable y el antimadridismo se atenue y Sergio Ramos no mande penaltis decisivos a Cuenca. También es de esperar que Ancelotti cuente con la cantera y el clan de los portugueses pierda relevancia. O quizá si el bueno de Carlo fracasa se le eche también la culpa a Mou al que sólo falta culparlo de la crisis económica o del terrorismo islámico. 

Ahora va a resultar que Simeone y el mono Burgos son exquisitos y que sólo Mou representa las malas artes en un fútbol español más enconado de lo que algunos piensan y al que representa el señor Angel María Villar, presidente -de aquí a la eternidad- de esa cosa dudosa llamada Real Federación Española de Fútbol de cuya manta a ver quien se atreve a tirar.

jueves, 16 de mayo de 2013

DILETANTE 5 (The master)

De vez en cuando el cine ofrece piezas de la magnitud de The master, sexto largometraje de Paul Thomas Anderson. Relato fascinante de posguerra, visión de una América sumida en los efectos de la hipnosis y del trauma. 

Película de rostros cercados por las circunstancias, como el del iluminado Lancaster Dodd al que otorga vida en la pantalla Philip Seymour Hoffman. En un mundo convaleciente surge el propósito sectario, el demiurgo que apuñala la razón y funda una doctrina en medio del caos social. Paul Thomas Anderson filma la deriva del personaje de Joaquin Phoenix, un hombre enfermizo marcado por la guerra y que encuentra en Lancaster Dodd una especie de padre espiritual, de sostén emocional. En esas relaciones turbulentas el cineasta asienta cierta imagen del futuro que estaba por llegar. 

Jo Stafford canta a Chopin en un momento de The master, música extradiegética para una obra mayor. Toda esa turbulencia filmada, que parte de un mundo y unos valores en destrucción, se apacienta de pronto y el cine revela su condición de arte mayor, de rauda metáfora del mundo. La iluminación expresionista dota a la cinta de una belleza indudable donde convergen tormento y éxtasis y una manera de sentir el cine como síntesis poderosa de clasicismo y de modernidad.  

En ese marco América desliza sus contradicciones, la psicosis postbélica encarnada en las miradas fugitivas de Philip Seymour Hoffman y de Joaquin Phoenix, dos actores de inmenso talento que representan con sus personajes una atmósfera irreal que explica por sí misma el temperamento de un país, la tensión entre la introversión y la megalomanía. Porque la guerra no acaba de evaporarse del recuerdo doliente de las generaciones y la soledad acecha los rostros de la multitud que halla respuesta donde no debiera hallarlas, en las sectas que surgen de las heridas colectivas.   El tiempo quizá otorgue a The master el lugar que merece en la cinematografía de este tiempo convulso donde abundan los manipuladores como Lancaster Dodd. 



miércoles, 15 de mayo de 2013

Marià Albero in memoriam



Crucé varios correos con Marià Albero durante el proceso de redacción del diccionario que dediqué a Serrat y a Sabina. Es una sensación extraña que se te muera un contacto amistoso de Facebook a quien jamás conociste pero con quien compartiste algunos mensajes privados en los que existía un tono cálido y cómplice que no siempre encuentras en las personas con las que te cruzas a diario. 

Mi primera referencia del cantante valenciano la tuve por Serrat ya que era el destinatario de la canción "Per al meu amic" (Edigsa, 1973) que dio título a uno de los mejores discos del cantautor catalán, un prodigio de sensibilidad poética y musical situado en un periodo torrencial de su carrera. Marià Albero era ese amigo bueno (bo), dulce (dolç) y macho (mascle) al que Serrat dedicaba un poema volátil y pequeño de una sensualidad ciertamente atrevida. La historia de amistad que revela "Per al meu amic" nace como tal en 1967 cuando Serrat y Marià coinciden en los locales de ensayo de Edigsa. Es el año de la "Cançó de matinada" y el año del bautismo discográfico de Marià Albero que registra tres singles que no tendrán la necesaria continuidad en un futuro. Pese a ello su figura permanecerá ligada a Serrat durante años compartiendo aventuras discográficas como la del sello Óliba que impulsó el propio Serrat y en el que Albero ejerció de productor de títulos tan estimulantes como Chichonera's cat de Ia-Batiste que se graba en 1975. En él se incluye "El gessamí i la rosa", poema de Josep Carner al que le pone música Ia Clua y que Serrat incluye en su Banda Sonora d' un temps d' un pais

Me quedo como forma de recordar a Marià Albero con este mensaje que me enviara y donde precisamente me hablaba de Serrat y me hacía referencia a un homenaje que se le dedicó a Ia Clúa: 

Hola Luis,voy siguiendo tus actividades y me alegra ver el dinamismo que rezumas. Vivir para la cultura, revisarla, bucearla y compartirla es una forma de ampliar miras y de darle vitalidad y belleza a la vida...adelante con la Poesía. De Joan Manel puedo decirte que compartimos un homenaje a la memoria de Ia Clúa, y el Joan, Pau Riba, Guillermina Motta, Quico Pi de la Serra, i Jordi Batiste, capitaneados por Guillermina, comentaron que van a ver si se coordinan juntos y se suben por el Pirineo,- en casa- y nos hacemos un poquito de "psicoanálisis " colectivo. En realidad nos lo pasamos tan bien, este día, en Luz de Gas que todos queremos más. Quedó un acto muy lindo, como el querido Ia, y cada uno nos cantamos un tema entre familia y amigos, sin nubes de curiosos, una excepcional experiencia. 
Tanto Joan, como yo, cantábamos para ligar con preciosas niñas y lo conseguíamos...inventar y redescubrir para compartir, y eso sí, reírse hasta no poder más. También, lecturas envenenadas para ayudar a desmontar el sistema y tortillas de alcachofas y bocadillo de berberechos de lata.Y a que precio !! Salut i feina Luis.

domingo, 12 de mayo de 2013

DILETANTE 3 (La farsa de los premios literarios)

El programa Salvados (La Sexta) podría dedicarle un jugoso espacio a los premios literarios de mayor dotación económica, a la farsa que encierran, a los pomposos jurados que contribuyen a esa farsa. Un escritor no se mide por los premios que gana, primera perogrullada del diletante. Nada le aportó el Planeta a Juan Marsé o a Mario Vargas Llosa que ya eran escritores consagrados cuando lo ganaron. No recuerdo los premios literarios que le dieron en vida a Julio Ramón Ribeyro. Lo suyo era fajarse con la hoja en blanco, deslumbrar en la distancia corta del relato, en su faceta de diarista tentado por el fracaso o en su condición de novelista o de prosista apátrida. 

Ignoro si Marta Robles ha leído a Julio Ramón Ribeyro. No lo creo a juzgar por antecedentes como ese libro de estilo titulado Madrid me Marta (sic). Lo que me permito dudar es que el Premio Fernando Lara lo haya ganado en justa lid y desde luego no creo que la novela Luisa y los espejos venga a significar otra cosa que la dudosa condición de estos premios literarios auspiciados por Planeta que son más farándula que otra cosa. Como cómplices de la supuesta farsa gente como Fernando G. Delgado o el exquisito novísimo Pere Gimferrer. Es una lástima que estos premios no sirvan para catapultar voces jóvenes y se destinen a rostros conocidos que proceden en muchos casos del medio televisivo. La relación se haría tan extensa como monótona, como extensos son los negros que están detrás de muchos de estos libros escritos por famosos. 

Por eso llega Sant Jordi y los catalanes se mueren porque les firme un libro Mercedes Milá, Jorge Javier Vázquez o cualquiera de esos presuntos escritores del medio televisivo que escriben lo que les sale del bolo. Si esto sucediera en Andalucía hablaríamos del subdesarrollo cultural andaluz pero parece que en la Cataluña que mira a Europa también pasan estas cosas e importa más un libro de Mercedes Milá que uno de Juan Marsé. 

Y lo mismo pasa con la poesía donde también asoman cotos genuinamente privados y donde nos encontramos con ejemplares poetas muy éticos formando parte de jurados que premian a amigos poetas en certámenes de gran dotación económica y forjando un canon que no permite a intrusos que no rindan eterna pleitesía a los poetas que manejan el cotarro lírico. Es lo que hay, llámese el premio Fernando Lara o Loewe y aquí podríamos recordar lo que pensaba José Ángel Valente de cierta deriva de la poesía española representada en sus premios literarios más renombrados.  

Pero estaba hablándoles de Luisa y los espejos, premio Fernando Lara, que vendrá a ser uno de los grandes hits que expondrá Carrefour al lado de la sección de embutidos. Que disfrute Marta Robles de los 120.000 euros. Quizá ha escrito el libro que la literatura española estaba esperando y yo soy el equivocado. Ay, los premios literarios. 

DILETANTE 2 (A Constantino Romero)



En la muerte de Constantino Romero casi nadie se ha acordado de  "Hermano que te vas a California", la canción que Serrat le dedicó y que formó parte del elepé sin título que el cantautor catalán grabó en 1974. Aquella canción que cierra el clamoroso saxo de Pedro Iturralde eterniza un instante de la vida del otrora locutor de Radio Barcelona, un instante de plenitud amorosa, de viaje a diez mil metros sobre el mar pensando en ese amor que le aguardaba en tierras americanas.  

La experiencia californiana duró poco pero dejó huella musical y sentimental en el corazón de Constantino Romero que ya en aquel entonces era la voz inconfundible de Clint Eastwood en España, la voz de Harry el Sucio en la obra maestra homónima de Don Siegel que algunos críticos iluminados siguen calificando de película fascista sin atender a las claves del género policiaco que Siegel manejó como pocos en esa primera entrega del personaje. Las secuelas de Harry el Sucio -también hay que decirlo- eran ya otra cosa.

Hago sonar "Hermano que te vas a California" con ese  ejemplar arreglo jazzistico de Miralles y en este mayo florido me encuentro con viejas grabaciones donde se escucha la voz pletórica de Constantino Romero saludando a los oyentes del programa Radio Young una noche remota de 1970. El paso del tiempo se lleva muchas cosas por delante pero la memoria nos permite reencontrarnos con aquella música americana que se escuchaba en aquel programa radiofónico cuando aún permanecía encendida una luz tenebrosa en el palacio del Pardo. 

viernes, 10 de mayo de 2013

CON L DE LANDA Y DE LAPIDO

José Ignacio Lapido conjuga en sus canciones rock y poesía. Acaba de editar Formas de matar el tiempo. Lo escucho mientras mayo florece como prodigio luminoso entre tanta infamia. Me acuerdo mientras canta Lapido de Alfredo Landa en El crack, esa obra maestra del tantas veces repudiado Garci. Nunca estuvo mejor el enorme actor que en esa ejemplar muestra de cine negro patrio. El lacónico detective German Areta está en nuestra memoria cinematográfica como lo está Alfredo Landa que era mucho más que el landismo que por otra parte es preferible al torrentismo de Santiago Segura. Antes que El crack ya Garci le ofreció a Landa un personaje de fuste en Las verdes praderas.

Despedimos a Landa en esta tumultuosa primavera. El tiempo pasa y Lapido canta a la esperanza y dice ser fiel a su estilo. Landa también fue fiel a su estilo y era tan buen actor en No desearás a la vecina del quinto como en Los santos inocentes

La noche es una canción meciéndose en los labios. En la tele un documental sobre Cruyff revela la grandeza de un holandés nada errante. Siempre fui de Cruyff, otro tipo que supo ser fiel a un estilo, primero como futbolista y luego como entrenador. 

Lapido canta, mi hija duerme, el tiempo avanza. Reviso un viejo libreto de Los fígaros de Paco Alba, comparsa gaditana gestada en la década en la que sobrevino el landismo que estaba lleno de despampanantes suecas mientras otro sueco apellidado Bergman se colaba en los cines de arte y ensayo. 

Me voy a la cama. Lapido ha dejado de cantar. Pienso en Alfredo Landa que ya no es aunque seguirá siendo. Me acuerdo ahora del actor motorizado en El puente de Bardem. Todo está en calma, nocturnamente en calma. Mi hija duerme. Joan Isaac, bandera negra al cor es ya una hermosa realidad.