BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




sábado, 2 de noviembre de 2013

LA TRAMA DE NOVIEMBRE



Llega noviembre nombrando recuerdos inasibles de seres que ya no están con nosotros. De pronto dos libros en la mesilla de noche conversan delicadamente, trazan su discurso mortuorio, su meditación trascendente. De un lado La trama inextricable de Juan Gil-Albert que el escritor alicantino dedicó a mi padre en el mes de mayo de 1968, mes de barricadas y utopías parisinas. De otro lado Las puertas de la noche, excelente libro de Alejandro Gándara, novela con mucho de ensayo, de penetración en el jardín umbrío de las cosas idas. En ambas obras se cruzan personajes a punto de abandonar el mundo de los vivos, enfermos terminales como sombras en la niebla. Dice Gil-Albert: 
Nada de lo que nos han dicho de la muerte explica nada y bien poco nos sirve. Lo único convincente de la muerte es ella misma. Su presencia no explica tampoco nada, pero lo resume todo. Unos han querido consolarnos, otros asustarnos; y ambas cosas a la vez. Pero no es consuelo lo que el hombre necesita para la aceptación de su trance, sino entereza. 
Alejandro Gándara y Juan Gil-Albert citan en sus libros esta sentencia de Epicuro: "¿Por qué preocuparnos por la muerte? Cuando vivimos ella no está; cuando ella llega, nosotros no somos? Pero la muerte es presencia e inquietud constante, atravesando los libros que leemos, las frases que subrayamos y el temor que sentimos. Y hay respuestas que buscamos en las estrellas. O en el poético cine de Terrence Malick que vuelve a invocar a Heidegger en To the wonder y cuyo sentido de la religiosidad no parece pertinente en estos tiempos de crisis absoluta de valores. Pero un plano de Malick nos revela las posibilidades del cine como arte, como imagen que se piensa, que exige del espectador una sensibilidad especial. 

La vida avanza, se ensancha en nuestros ojos, en todo aquello que amamos. Bob Dylan susurraba aquello de que la muerte no es el fin y Serrat, empapado de un existencialismo juvenil, cantaba "Si la muerte pisa mi huerto". Y el sol que sale nos dice que es tiempo de esperanza, tiempo de buscarse en las palabras que conciben prodigios, sueños, sortilegios.

En estos días de noviembre buscamos algo de nosotros en las huellas que se tragó el mar. Invocamos a los ausentes, a la rama que se suspende trémula en el árbol, al verso que se canta cuando todos se han ido, cuando quedamos a solas con aquello que somos.