BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




jueves, 18 de abril de 2013

LA PANTOJA

La España de charanga y pandereta forma parte del folletín televisado de Isabel Pantoja, la endiosada tonadillera cuyo desmayo místico a la salida de los juzgados ha sido seguramente trending topic en twitter. Lo cutre, lo casposo, es tendencia nacional y los cutres y los casposos suman legiones de seguidores en twitter donde los muertos no cuentan por eso nadie se le ha ocurrido dedicarle un perfil a Julio Ramón Ribeyro, el gran narrador peruano cuya literatura aconsejo para alejarse del mundanal ruido o más bien del mundanal ruedo ibérico. 

Hay dos Españas fanáticas en torno  al affaire pantojil. Una reprueba con saña a la artista y la otra la jalea sin importarle que haya sido declarada culpable porque España y usted somos así señora que cantaba hace mucho Pablo Guerrero, el mismo que decía que tenía que llover a cántaros en uno de esos himnos de resistencia antifranquista que han pasado a la historia. Entre esas dos Españas fanáticas busco siempre una tercera, la misma que no quería en su día la fractura histórica de la Guerra Civil y que no se conduce en los extremos que son siempre tan peligrosos.

Esta patria de miserias públicas la sufrimos a diario. No sólo la clase política contribuye al espectáculo dantesco de nuestros días. Julián Marías advertía hace tres décadas en su libro La libertad en juego los peligros del partidismo que empozoñaba la democracia recién creada. Buena parte de la ciudadanía se aferra a ese partidismo y deja sus vergüenzas partidistas al aire en las redes sociales. Esa misma ciudadanía vergonzante que espera la salida de la Pantoja de los juzgados con el deseo de lincharla mientras el periodismo vergonzante mete sus micros y sus cámaras para inmortalizar el momento cutre, el que vuelve a definirnos y refleja que la crisis que padecemos es mucho más que política o económica y tiene que ver con los valores que exponemos y difundimos y en ese odio que repartimos a diestro y siniestro.  

Todo podrá desmoronarse pero ahí sigue la vocinglera Paz Padilla presentando de vez en cuando ese circo llamado Sálvame y ahí sigue toda la cutrez y toda la caspa regando esas televisiones privadas contra las que nadie se indigna. Y en prime time la Pantoja y el hijo de la Pantoja y el amigo del amigo de la Pantoja y el político corrupto y el escrache (ay Cospedal) y la madre que parió a todos incluida a la monarquía tan rebosante de campechanía. Todo en un mismo cesto. Creo que de este caos, de este río de agua revuelta e insidiosa sólo nos salvaría Santiago Segura -gloria de nuestra pujante cinematografía- rodando una nueva entrega de Torrente, para completar el desaguisado de esta España que ora, bosteza y embiste cual morlaco astifino.