BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




jueves, 28 de junio de 2012

LAS LÁGRIMAS DE RONCERO

Crecí oyendo a José María García en aquella mítica Antena 3 Radio que nos hizo amar los matices líricos de la radio de madrugada. No voy a decir que el periodismo radiofónico que ejercía García fuera ejemplar pero indudablemente creó escuela por su manera de trasmitir la información deportiva. La voz inconfundible de José María García irrumpía a las doce de la noche con el propósito de ahondar en los tejemanejes del balompié nacional. Lo suyo fue un periodismo deportivo atento a los hechos, con mucha pasión pero también con mucho rigor.

Es cierto que García agotó su liderazgo con el tiempo y en esas apareció José Ramón de la Morena con El Larguero y ahí nació un intento de hacer una radio deportiva más desenfadada, la antitésis de García. La cosa cuajó algunos años pero jamás alcanzó las cotas de calidad alcanzadas por José María García al que tanto denostaban. El larguero devino con el tiempo en chiste alargado, en bufonada con ínfulas de trascendencia y con personajes como Manolo Lama que se creen graciosos cuando no lo son y basan más su locución en el efectismo y en la pantomima que en un periodismo realmente serio o influyente.

De algún modo ese bufonesco periodismo deportivo termina desembocando en Tomás Roncero, un tipo que se ha construido un personaje, una especie de heterónimo que le hace salir a escena como un hincha fanatizado con su camiseta del Real Madrid o de la selección española. Las lacrimógenas imágenes del periodista Tomas Roncero en el show de Puntopelota (Intereconomía TV) son sintomáticas de un modo de hacer periodismo deportivo en este país que se basa en la impostura, en la degradación de las formas, en la falta de profesionalidad.

Roncero escribe libros como Vargas Llosa y cuando es menester llora y apela a los sentimientos patrióticos como puede apelar a los sentimientos madridistas. La pasión le ciega. No hace periodismo, hace algo que tiene poco que ver con el periodismo pero de ese modo el tipo ha logrado hacerse popular y de vez en cuando vierte lágrimas televisadas con las que honra a la selección de Vicente del Bosque o a la escuadra de Mourinho. Si alguien duda del oficio de Roncero el tipo recuerda a la audiencia que es periodista de carrera como si eso le legitimara para hacer lo que hace. De algún modo es un fracaso que haya gente que pase por la carrera de periodismo sin aprender los rudimentos básicos del oficio. Lo vemos a diario en la prensa rosa y ahora también en la deportiva donde hay que saber buscar a los que aún escriben con rigor sobre fútbol y huyen de la parafernalia.

Las lágrimas de Roncero son parte de esta civilización del espectáculo que ha teorizado Vargas Llosa. El fútbol pierde poesía y valor estético y moral cuando el fanatismo impone sus modos. Una cosa es el lícito sentimiento del aficionado a unos colores y otra muy distinta es la ridiculez de quien se erige en estandarte deformante de unos colores determinados. Por eso la España de Roncero es una España que pertenece a una parte de la sociedad infantilizada. Y aunque en apariencia puedan parecer un asunto menor las lágrimas de Roncero trascienden por lo que representan dentro del complejo universo de los mixtificadores.