BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




martes, 21 de mayo de 2013

Un chamán de feria llamado Mourinho

El reputadísimo escritor Javier Marías publicó en mayo de 2011 un artículo titulado Un chamán de feria destinado a Mourinho que culminaba entonces su primera temporada como entrenador del Real Madrid. Marías advertía que si semejante personaje se prolongaba en el Real Madrid probaría a hacerse de otro equipo. Marías cuestionaba también al presidente Florentino Pérez por haber puesto el club a la entera disposición del sátrapa Mou que además -añadía- no sabe de fútbol:

Florentino Pérez tiene cuatro años más que yo. Ha asistido a lo mismo. Será un lince para sus negocios, qué duda cabe, pero está demostrando ser un hombre poco inteligente, para haberse entregado a un chamán de feria como Mourinho, alguien mucho menos inteligente aún que él. Un individuo que no sabe de fútbol y al que el Madrid le trae sin cuidado, que no tiene reparo en traicionar su centenaria tradición y en arrojar sobre él una mancha que se hará difícil borrar. Su Madrid es un equipo con buenos jugadores a los que manda jugar feo y mal...
No quisiera convertirme en defensor del vilipendiado Mou que ha errado en las formas y en los modos en numerosas ocasiones como en aquella final de Supercopa en la que su dedo fue a encontrarse con el ojo de Tito Vilanova y marcó el camino a más de un seguidor ultra. Lo que sí sé es que no todo ha sido pernicioso en este trienio en el que el Real Madrid ha vuelto a ser un equipo competitivo, capaz de hacer frente al mejor Barça de la historia. Nos podrá gustar más o menos el personaje que representa Mourinho pero no se le puede negar su profesionalidad, algo que Javier Marías le negaba de forma más bien gratuita en un artículo en el que convertía a un futbolista de escaso carácter como Pedro León en víctima propiciatoria del portugués.

Por el banquillo madridista han pasado tipos singulares y no precisamente memorables, desde Vanderlei Luxemburgo a Queiroz, desde López Caro a Benito Floro. Ninguno de ellos impuso  personalidad alguna en el vestuario blanco. En el acoso y derribo a Mou se olvidan hasta de sus aciertos, como su segunda temporada en la que el Madrid cuajó un campeonato de liga brillantísimo superando con cierta claridad al Barça de  Pep Guardiola. A eso sumar su excelente champions de la que quedó apeado en la tanda de penaltis por un Bayern de Munich muy parecido al que vapuleó al eterno rival esta misma temporada. El cerco sobre Mourinho no viene de ahora sino desde su llegada e incluso prosiguió el curso pasado cuando los resultados le acompañaban y el Madrid dibujaba en el césped su mejor versión de todas las que tuvo en los últimos tiempos.

No digo yo que Mou no sea un tipo áspero y poco edificante. Pero quienes lo insultan también deberían mirarse en un espejo que los retratara porque en fútbol como en la vida no es la primera vez ni la última que las pasiones enfermizas manejan el tono y se degrada al contrario con ferocidad y alevosía. David Gistau ha escrito en alguna ocasión sobre la virulencia que cierta prensa escrita ha empleado con Mourinho. En cierto modo la consigna era matar deportivamente a Mou y en este clima era imposible salvar esta temporada enrarecida con futbolistas que ya no se sentían fieles a la causa y han sido responsables también de este año de fracaso más que anunciado. Como antes también lo fueron de la consecución de la liga.

Analicemos la temporada de Benzemá, de Higuain, del intermitente Ózil, de Khedira o de Di Maria y encontraremos ciertas claves del fracaso deportivo de Mou. Sólo Ronaldo -tan vilipendiado desde el extremismo antimadridista- ha sido capaz de sostener ofensivamente al Madrid que este año no ha jugado absolutamente a nada con una plantilla aletargada y un entrenador  displicente y cada vez más aislado cediéndole las comparecencias públicas a Aitor Karanka.

El chamán de feria se marcha al fútbol inglés. Javier Marías cuyo ego no es menor que el de Mou respira tranquilo y volverá a proclamar su madridismo. La prensa deportiva de este país lo echará de menos porque será difícil vivir sin atacar a Mou. Quizá Carlo Ancelotti haga jugar bien al fútbol al Madrid y Casillas vuelva a ser incuestionable y el antimadridismo se atenue y Sergio Ramos no mande penaltis decisivos a Cuenca. También es de esperar que Ancelotti cuente con la cantera y el clan de los portugueses pierda relevancia. O quizá si el bueno de Carlo fracasa se le eche también la culpa a Mou al que sólo falta culparlo de la crisis económica o del terrorismo islámico. 

Ahora va a resultar que Simeone y el mono Burgos son exquisitos y que sólo Mou representa las malas artes en un fútbol español más enconado de lo que algunos piensan y al que representa el señor Angel María Villar, presidente -de aquí a la eternidad- de esa cosa dudosa llamada Real Federación Española de Fútbol de cuya manta a ver quien se atreve a tirar.