BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




lunes, 11 de febrero de 2013

EUGENIO TRÍAS

Eugenio Trías solía quejarse de la dificultad de practicar un pensamiento crítico en este país. A finales de 1992 el filósofo barcelonés publicó junto a Rafael Argullol un libro iluminador, una suerte de ensayo a dos voces titulado "El cansancio de Occidente". Muchas de aquellas reflexiones siguen siendo válidas en esta actualidad que nos sume en el desasosiego. Trías hacía hincapié en la ficción de una democracia que no cubría las expectativas de una parte importante de la población y lo hacía sin necesidad de exabruptos con la lucidez de quien oficiaba de pensador en guardia permanente. 

Argullol y Trías cuestionaban en sus conversaciones a la clase política que no generaba confianza en la ciudadanía. La causa de esa pérdida de confianza no se debía a la corrupción sino al anquilosamiento de la democracia, de su marco jurídico y político. En las postrimerías de 1992 España estaba gobernada por el Partido Socialista. Veníamos de un año olímpico, de unos fastos que luego trajeron ciertos lodos. No conviene olvidar ciertos hechos porque ninguno de los dos grandes partidos puede dar lecciones de democracia y de trasparencia. Ahora es el PP quien está en el ojo del huracán pero el PSOE debería repasar su historia más reciente antes de pontificar o de pedir dimisiones. 

A Trías los catalanistas más recalcitrantes no le profesaban mucho afecto porque siendo catalán no era como ellos. Algunos incluso lo quisieron emparentar con el PP por el simple hecho de defender  como pensador la independencia, de no ser partidista, de abogar por la equidistancia. Es el problema de los extremismos que él mismo criticaba. Sentía tristeza ante unos dirigentes que no argumentaban sino que directamente insultaban. Es ese mismo barro dialéctico que vemos a diario en Facebook con gente que no argumenta sino que insulta al que piensa diferente y para quienes los fascistas son siempre los otros. Ninguno de ellos ha leído jamás una línea del autor de "Lo bello y lo siniestro". 

Al enterarme de la muerte de Trías me he acordado de "El cansancio de occidente", de su manera de entender la filosofía, el ensayo, las religiones. Me acordé también de cómo aplicó sus teorías estéticas al cine en un ensayo titulado "Vértigo y pasión" en el que analizaba la película "Vértigo" de Alfred Hitchcock. Decía Trías que cuando James Stewart besa en una de las escenas a Kim Novak se tenía la impresión de que estaba besando apasionadamente a una mujer muerta de la que sólo se percibía el cabello rubio, casi albino, y el moño en espiral. Trías desentrañaba a la luz de su pensamiento y de su teoría filosófica los misterios de esa obra maestra intrigante y subyugadora. 

Trías ha ido a morir en este febrero de carnavales callejeros, de mascaradas nocturnas y farsas de clara índole política. En su obra no ha hecho otra cosa que latir la fuerza de un verdadero filósofo, de alguien que ha ido edificando una obra de un altísimo valor intelectual. En la ética de pensadores como Trías debieran mirarse ciertos políticos y ciertos ciudadanos cuyas preferencias estéticas y filosóficas tienden hacia caminos más pedregosos.  La pérdida de un intelectual como Eugenio Trías no ha sido trending topic en Twitter donde lo que importan son los caracteres de Paquirrín, rey de la estulticia. 

Como forma de homenajear al filósofo barcelonés me permito citar este fragmento de su ensayo sobre Vértigo que hace referencia a la obsesión de Hitchcock por las actrices rubias: "La belleza rubia hitchcockiana asume, dentro de la mitología erótica a la que este cine da cauce y expresión estética, el carácter de un verdadero fetiche. Ahora bien, detrás de todo el despliegue de riqueza ornamental y de belleza facial del fetiche debe verse, siempre, la presencia de la muerte. La pasión erótica que el rostro y el porte de la rubia belleza hitchcockiana desencadena no es ajeno a la obsesión por la calavera y a la latente necrofilia que expresa".