El escritor Don Delillo encabezaba su aclamada novela Libra con esta cita: "La felicidad no se basa en uno mismo, no consiste en tener una pequeña casa, en dar y recibir. La felicidad se consigue al participar en la lucha, en la que no existe una separación entre la vida personal y el mundo en general". La frase no es de Willy Toledo sino del epistolario de Lee H. Oswald, el verdugo que acribilló a JFK. Viene esto a cuento porque hay que cuidarse de ciertos iluminados que creen que su lucha es la única lucha posible y cuya revolución pendiente pudiera acabar llevándose por delante cualquier tipo de disidencia. Al final quienes dicen que vivimos en una dictadura encubierta pudieran aspirar a crear otro tipo de dictadura. Y paradójicamente terminan destilando una arrogancia, un odio y una intolerancia ante el que piensa diferente que está bastante lejos de lo que debiera ser una convivencia democrática. Y conste que pienso que todos los días existen más de cien motivos para rebelarse ante un sistema que hace aguas permanentemente.
A los autores de Carnaval se les exige compromiso, letras de emergencia, denuncia y todo ese repertorio de voces críticas es lógico que se acreciente en estos tiempos de absoluta indecencia política. Dicho esto hay que decir que estos mismos autores tienen una responsabilidad con el público y por ello interesa el talante, la forma de desarrollar los temas, de poner el dedo en la llaga, sin caer en la pura demagogía, en la estridencia que sólo gustará a los fanáticos que no escuchan y que siguen a su comparsa como a un dios al que rendir eterno culto y pleitesía.
Juan Carlos Aragón trae este año una comparsa llamada Catastrophic Magic Band. Al aclamado poeta de la fiesta se le debieran exigir unos pasodobles más elaborados. En su segunda comparecencia en el Falla su visión de la derecha española no se alejó del lugar común, del tópico establecido, del discurso manido que uno encuentra a diario en las redes sociales. Es una obviedad que hay una derecha enconada pero también hay una izquierda que no transita precisamente por la mesura ni por el respeto al que difiere mínimamente de sus planteamientos. Que Aragón se erija en gurú o iluminado de la izquierda da que pensar. A un autor de referencia se le debiera -insisto- exigir un discurso más elaborado, menos tendente al exabrupto que al final es lo fácil.
A los autores de Carnaval se les exige compromiso, letras de emergencia, denuncia y todo ese repertorio de voces críticas es lógico que se acreciente en estos tiempos de absoluta indecencia política. Dicho esto hay que decir que estos mismos autores tienen una responsabilidad con el público y por ello interesa el talante, la forma de desarrollar los temas, de poner el dedo en la llaga, sin caer en la pura demagogía, en la estridencia que sólo gustará a los fanáticos que no escuchan y que siguen a su comparsa como a un dios al que rendir eterno culto y pleitesía.
Juan Carlos Aragón trae este año una comparsa llamada Catastrophic Magic Band. Al aclamado poeta de la fiesta se le debieran exigir unos pasodobles más elaborados. En su segunda comparecencia en el Falla su visión de la derecha española no se alejó del lugar común, del tópico establecido, del discurso manido que uno encuentra a diario en las redes sociales. Es una obviedad que hay una derecha enconada pero también hay una izquierda que no transita precisamente por la mesura ni por el respeto al que difiere mínimamente de sus planteamientos. Que Aragón se erija en gurú o iluminado de la izquierda da que pensar. A un autor de referencia se le debiera -insisto- exigir un discurso más elaborado, menos tendente al exabrupto que al final es lo fácil.
De uno de sus pasodobles se deduce que Aragón considera saludable que un partido gobierne Andalucía hasta el fin de los tiempos, sin pensar que la democracia es alternancia y que el coto privado o cortijo que presumiblemente instalarían los del PP en nuestra tierra lleva años siendo propiedad del PSOE. Porque habría que recordar que no otra cosa han conocido los andaluces que el gobierno del PSOE y el balance de la gestión de este partido no creo que sea como para tirar cohetes. Pero Aragón se maneja bien en los tópicos, aunque quiera hacernos ver que es un autor trascendente, a la vanguardia siempre del pensamiento libre. No seré yo quien le niegue -faltaría más- su importancia en la propia historia cantada del Carnaval de Cádiz. Otra cosa es que sus referencias a Blas Infante o a los fantasmas del franquismo suenen en sus labios a discurso obsoleto, a lugar común, destinado a envalentonar a una audiencia poco exigente.
Si La serenissima fue -con todas sus excentricidades- la mejor versión de Aragón, Catastrophic Magic Band es su reverso pese al excelente conjunto de voces que atesora. De momento -y no deja de resultar curioso- quien mejor está cuestionando en el concurso el sistema político y económico que padecemos es Selu García Cossio que con la chirigota Las verdades del banquero ha vuelto a dar en la diana de la ironía, del ingenio y del savoir faire carnavalesco, si se me permite el galicismo. Lo del Selu es punto y aparte. Lástima que su modalidad no atraviese sus mejores días, sintomático del momento actual que atraviesa el Concurso del Falla, pese a los ditirambos de quienes siguen negando esa realidad.