Converso con Joan Isaac. Venimos de empaparnos de la primavera sevillana, de compartir mesa y mantel en el restaurante que regenta Enrique Becerra. Hablamos del libro que nos unirá muy pronto y viajo al origen del trovador, a los primeros compases de su guitarra, a lo que supuso la Nova Cançó en el contexto de su tiempo. Joan fuma un cigarro, yo pongo en marcha la grabadora y suena el dolor de una fuente en el patio interior que nos acoge. Hay quien duerme la siesta en esta hora adormecida pero nosotros cruzamos el umbral de las historias que fueron conformando la memoria honda del trovador.
La vida se vierte en esta conversación sosegada que va de Margalida a Aute. Maria Gracia, entusiasta seguidora del cantante, nos hace fotos mientras discurre mansamente el río de nuestras palabras. Joan enciende un cigarro y habla. Tiene la mirada de los poetas que vienen de haberle cantado al mundo. Voy sumergiéndome en la pasión de este artista que ha tocado la plenitud del verso que duerme en la guitarra del tiempo. Y me siento afortunado por entrar en este reino de canciones que siento propias, que escuché de adolescente y ahora trato de desentrañar.
La vida se vierte en esta conversación sosegada que va de Margalida a Aute. Maria Gracia, entusiasta seguidora del cantante, nos hace fotos mientras discurre mansamente el río de nuestras palabras. Joan enciende un cigarro y habla. Tiene la mirada de los poetas que vienen de haberle cantado al mundo. Voy sumergiéndome en la pasión de este artista que ha tocado la plenitud del verso que duerme en la guitarra del tiempo. Y me siento afortunado por entrar en este reino de canciones que siento propias, que escuché de adolescente y ahora trato de desentrañar.