1. Almudena Grandes escribía hace unas semanas en El País un artículo titulado "Siglo XX" que empezaba de modo sumamente errático: "Cambalache enigmático y febril, cantaba Gardel, y en efecto así fue...". Todo lo bienintencionado del discurso crítico de la escritora en ese artículo me hacía volver inevitablemente a ese error inicial y a la premura que evidenciaba la autora quien no parecía haber escuchado con la debida atención el tango "Cambalache" que algunos consideramos pieza esencial del cancionero popular de la pasada centuria y muestra del talento de su autor Enrique Santos Discépolo.
Al plantear su artículo Almudena Grandes le preguntó a Google por "Cambalache" y Google le llevó maliciosamente a una versión del tango que se atribuía a Gardel y que en realidad se debía al rosarino Agustín Irusta. Pero la autora de "Malena es un nombre de tango" confundió a Gardel con Irusta, churras con merinas y erró. Y creyó escuchar enigmático donde el tango decía problemático y reveló que a "Cambalache" no le había prestado la atención merecida de la que surge esta entrada diletante que dedico a Alicia Oschendorf y a Alberto Sahagún porque ambos llevan el tango dentro de su valija sonora.
2. A "Cambalache" llegué por Serrat como a tantas otras cosas. Tenía apenas diez años y escuché la versión registrada en su disco en directo que apareció a mediados de los años ochenta cuando el noi del Poble Sec hacía veinte años que tenía veinte años. "Cambalache" encajaba perfectamente en aquel repertorio antológico y confirmaba cómo Serrat hacía suyo lo ajeno y cómo al cantar "Cambalache" abrazaba la sombra de su padre, cantor aficionado de tangos en la memoria estruendosa del Paralelo barcelonés.
Discépolo escribió "Cambalache" para la película El alma del bandoneón que se estrenó a principios de 1935 en el Cine Monumental de Buenos Aires. Libertad Lamarque asumió el protagonismo para la que fue opera prima del cineasta Mario Soffici. "Cambalache" halló en Ernesto Famá su primer intérprete oficial que la cantó en la película con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Lomuto. Gardel no pasaba por allí y perdía la vida meses después de aquel estreno. Antes que lo hiciera Ernesto Famá en la película, Sofía Bozán había cantado "Cambalache" en el Teatro Maipo lo cual motivo cierta polémica con el productor de la película tal como apuntan Oscar del Priore e Irene Amuchástegui en el libro "Cien tangos fundamentales" que no debe formar parte de la biblioteca de Almudena Grandes.
El tango "Cambalache" ha conocido multitud de registros discográficos. El primero de Fernando Díaz a finales de 1934 con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Lomuto. Pocos meses después lo graba Ernesto Famá con la orquesta de Canaro. En los años cuarenta "Cambalache" encuentra el éxito de la mano de Roberto Rufino que lo canta con la orquesta de Carlos di Sarli. Vendrán luego grabaciones de Juan D' Arienzo con Alberto Echagüe o de Julio Sosa que lo da a conocer en la siguiente década con algunos cambios en la letra. Después de Sosa se suceden los cantores que incorporan "Cambalache" a su repertorio como Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche o Susana Rinaldi. Todos saben que "Cambalache" sintetiza la deriva de todo un siglo en el que da lo mismo el burro que el docto y no se castiga al que roba en su ambición, práctica corriente en la casta política y dirigente.
Más allá de la órbita del tango "Cambalache" encontrará en Caetano Veloso uno de sus mejores intérpretes a finales de los años sesenta. Después lo hará suyo Serrat con arreglo de Ricardo Miralles. Hasta Julio Iglesias y Raphael encontrarán motivos suficientes para grabar "Cambalache"que retrata la inmoralidad de una época para terminar describiendo los desmanes de un siglo entero. Por ello sigue siendo una letra de absoluta vigencia con precedentes en el propio repertorio de Discépolo que había escrito en 1931 un tango titulado "¿Qué sapa, Señor"?, especie de borrador de "Cambalache" que algunos dicen inspirado por "Al mundo le falta un tornillo" de Enrique Cadícamo que sí grabó Gardel. Todos ellos vienen a ser como relatos magistrales de los años 30 o Década Infame.
3. "Cambalache" viene a mí en la antesala del otoño y vierte su verdad y su misterio, su hechura de tango inmortal, retrato de un siglo que murió y de otro que le siguió y que perpetua las heridas morales y mortales de un mundo sin ética ni razón en el que ayer se mezclaba el estafador Stavisky con la prostituta Mignon o el mismísimo Napoleón con el púgil italiano Primo Carnera que murió el mismo año que Serrat lanzaba al mundo la "Cançó de matinada". Ahora mismo un cambalache ibérico daría auténtico pavor si en él se mezclaran Belén Esteban con Bárcenas y Paquirrín con Poli Díaz. Y es que irremediablemente vamos a peor, cuesta abajo citando otro tango inmortal.
Discépolo escribió "Cambalache" para la película El alma del bandoneón que se estrenó a principios de 1935 en el Cine Monumental de Buenos Aires. Libertad Lamarque asumió el protagonismo para la que fue opera prima del cineasta Mario Soffici. "Cambalache" halló en Ernesto Famá su primer intérprete oficial que la cantó en la película con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Lomuto. Gardel no pasaba por allí y perdía la vida meses después de aquel estreno. Antes que lo hiciera Ernesto Famá en la película, Sofía Bozán había cantado "Cambalache" en el Teatro Maipo lo cual motivo cierta polémica con el productor de la película tal como apuntan Oscar del Priore e Irene Amuchástegui en el libro "Cien tangos fundamentales" que no debe formar parte de la biblioteca de Almudena Grandes.
El tango "Cambalache" ha conocido multitud de registros discográficos. El primero de Fernando Díaz a finales de 1934 con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Lomuto. Pocos meses después lo graba Ernesto Famá con la orquesta de Canaro. En los años cuarenta "Cambalache" encuentra el éxito de la mano de Roberto Rufino que lo canta con la orquesta de Carlos di Sarli. Vendrán luego grabaciones de Juan D' Arienzo con Alberto Echagüe o de Julio Sosa que lo da a conocer en la siguiente década con algunos cambios en la letra. Después de Sosa se suceden los cantores que incorporan "Cambalache" a su repertorio como Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche o Susana Rinaldi. Todos saben que "Cambalache" sintetiza la deriva de todo un siglo en el que da lo mismo el burro que el docto y no se castiga al que roba en su ambición, práctica corriente en la casta política y dirigente.
Más allá de la órbita del tango "Cambalache" encontrará en Caetano Veloso uno de sus mejores intérpretes a finales de los años sesenta. Después lo hará suyo Serrat con arreglo de Ricardo Miralles. Hasta Julio Iglesias y Raphael encontrarán motivos suficientes para grabar "Cambalache"que retrata la inmoralidad de una época para terminar describiendo los desmanes de un siglo entero. Por ello sigue siendo una letra de absoluta vigencia con precedentes en el propio repertorio de Discépolo que había escrito en 1931 un tango titulado "¿Qué sapa, Señor"?, especie de borrador de "Cambalache" que algunos dicen inspirado por "Al mundo le falta un tornillo" de Enrique Cadícamo que sí grabó Gardel. Todos ellos vienen a ser como relatos magistrales de los años 30 o Década Infame.
3. "Cambalache" viene a mí en la antesala del otoño y vierte su verdad y su misterio, su hechura de tango inmortal, retrato de un siglo que murió y de otro que le siguió y que perpetua las heridas morales y mortales de un mundo sin ética ni razón en el que ayer se mezclaba el estafador Stavisky con la prostituta Mignon o el mismísimo Napoleón con el púgil italiano Primo Carnera que murió el mismo año que Serrat lanzaba al mundo la "Cançó de matinada". Ahora mismo un cambalache ibérico daría auténtico pavor si en él se mezclaran Belén Esteban con Bárcenas y Paquirrín con Poli Díaz. Y es que irremediablemente vamos a peor, cuesta abajo citando otro tango inmortal.