El latido del sueño de la gauche divine permanece ahí, en este rostro seductor que nos mira, en Teresa Gimpera fotografiada por Oriol Maspons que ya está del otro lado del espejo, quieto como los retratos que conforman su historia.
El oficio de vivir rondaba por la calle Muntaner. Las noches de Bocaccio surcaban los ojos de la Gimpera, aquí en rutilante expresión de querer llevarse la vida por delante. Todo bello rostro necesita su poeta, su versificador, y aquí lo fue Oriol Maspons que puso la cámara y el endecasílabo como otros pusieron la etiqueta para definir a quienes se concentraban en Bocaccio.
Joan de Sagarra dejó escrita por vez primera la etiqueta gauche divine en 1969 y Juan Marsé parodió sus formas y modos en un relato titulado "Noches de Bocaccio" por el que también transitaba Teresa Gimpera, eterna damisela retratada por Oriol hace tanto tiempo que muchos ni siquiera lo recuerdan. Pero ahí queda la actriz y su mirada y la boca que volaba por Tuset Street y la piel desnuda, ligera de equipaje, que se dejaba querer por el sol de Calella de Palafruguell.
Algo tuvo que ver Teresa Gimpera en el nacimiento de Bocaccio, algo o mucho nos dicen las fotografías que revuelven cajones, instantes y músicas. De la Gimpera dijo Oriol Regàs en sus memorias que era una de las mujeres más hermosas que había conocido y el señor Bocaccio conoció a muchas mujeres hermosas: "Cuando entraba en un restaurante todo el mundo giraba la cabeza para seguir sus pasos...". Ese fulgor teresiano lo hizo suyo Oriol Maspons en esta imagen que simboliza mucho de aquella gauche divine conspiradora que conversaba y tomaba copas en Bocaccio. Por ahí también anduvo un tal Joan Manuel Serrat, chico de barrio al encuentro del cosmopolitismo de una generación irrepetible.
El oficio de vivir rondaba por la calle Muntaner. Las noches de Bocaccio surcaban los ojos de la Gimpera, aquí en rutilante expresión de querer llevarse la vida por delante. Todo bello rostro necesita su poeta, su versificador, y aquí lo fue Oriol Maspons que puso la cámara y el endecasílabo como otros pusieron la etiqueta para definir a quienes se concentraban en Bocaccio.
Joan de Sagarra dejó escrita por vez primera la etiqueta gauche divine en 1969 y Juan Marsé parodió sus formas y modos en un relato titulado "Noches de Bocaccio" por el que también transitaba Teresa Gimpera, eterna damisela retratada por Oriol hace tanto tiempo que muchos ni siquiera lo recuerdan. Pero ahí queda la actriz y su mirada y la boca que volaba por Tuset Street y la piel desnuda, ligera de equipaje, que se dejaba querer por el sol de Calella de Palafruguell.
Algo tuvo que ver Teresa Gimpera en el nacimiento de Bocaccio, algo o mucho nos dicen las fotografías que revuelven cajones, instantes y músicas. De la Gimpera dijo Oriol Regàs en sus memorias que era una de las mujeres más hermosas que había conocido y el señor Bocaccio conoció a muchas mujeres hermosas: "Cuando entraba en un restaurante todo el mundo giraba la cabeza para seguir sus pasos...". Ese fulgor teresiano lo hizo suyo Oriol Maspons en esta imagen que simboliza mucho de aquella gauche divine conspiradora que conversaba y tomaba copas en Bocaccio. Por ahí también anduvo un tal Joan Manuel Serrat, chico de barrio al encuentro del cosmopolitismo de una generación irrepetible.