Leo con estupor al profesor Sánchez Saus en las páginas de Diario de Cádiz. Su artículo titulado Ni las gracias destila en el fondo odio hacia lo catalán al hilo de la noticia del rescate que Cataluña pide a España en estos tiempos particularmente sombríos. Sánchez Saus articula su trama con astucia y confunde a ciertos políticos catalanes con los catalanes. En el fondo parece despreciar la cultura catalana y al obtuso nacionalismo catalán suele responder con obtuso nacionalismo español. A Sánchez Saus le aconsejaría leer a Salvat Papasseit o escuchar a Ovidi Montllor recitándolo. En ese territorio íntimo es donde una lengua como la catalana despliega toda su hermosura. Y todavía hay tipos mal encarados que califican de dialecto el catalán, como si con ello quisieran ofender a quienes se expresan legítimamente en una lengua que algunos trovadores del medievo llevaban prendida de los labios. Martí de Riquer está ahí como fuente primordial para atestiguarlo.
Soy gaditano, andaluz y español pero también me siento absolutamente ligado a la cultura catalana y a la riqueza bilingüe de su territorio. Por eso me siento feliz de escribir un libro sobre el cantautor catalán Joan Isaac y fortalecer esos lazos como he hecho en varias ocasiones con Serrat. Todos esos proyectos literarios me llevan hasta las calles de Barcelona, hasta el Barrio Gótico, hasta Santa María del Mar y toda la magnificencia del arte medieval, puro recogimiento escénico que contrasta con el bullicio de la Rambla donde uno siente que fluye la vida como río apasionado, como verso de Gil de Biedma sobre la piel del tiempo.
Soy gaditano, andaluz y español pero también me siento absolutamente ligado a la cultura catalana y a la riqueza bilingüe de su territorio. Por eso me siento feliz de escribir un libro sobre el cantautor catalán Joan Isaac y fortalecer esos lazos como he hecho en varias ocasiones con Serrat. Todos esos proyectos literarios me llevan hasta las calles de Barcelona, hasta el Barrio Gótico, hasta Santa María del Mar y toda la magnificencia del arte medieval, puro recogimiento escénico que contrasta con el bullicio de la Rambla donde uno siente que fluye la vida como río apasionado, como verso de Gil de Biedma sobre la piel del tiempo.
Y claro que hay catalanes que desprecian a los andaluces y viceversa. Falta formación e información y sobran políticos que manejan permanentemente discursos de confrontación. Lo que es curioso es que José María Pemán se mostrara más avanzado en los años sesenta hacia la cuestión catalana que Sánchez Saus. Vuelvan sus ojos hacia su artículo El catalán: un vaso de agua clara. El poeta gaditano leería con sonrojo y reprobación este Ni las gracias que destila catalanofobia por los cuatro costados. Así construyen algunos su particular patria española en la que sobramos la mayoría.