Al cineasta François Ozon le sigo desde hace tiempo y con creciente interés. Visioné en el cine Golem de Madrid su última película y lo hice además en rigurosa versión original subtitulada. En la casa parte curiosamente de una obra de teatro de Juan Mayorga, autor español. Pero no la imaginamos rodada por ningún cineasta español. Al menos no de la manera que Ozon ha tomado el original de Mayorga y lo ha hecho suyo. En el audiovisual español de nuestros días la visión del mundo adolescente parece no ir más allá de subproductos televisivos como Física o química. El país galo en cambio ha ofrecido en los últimos tiempos potentes y audaces películas con adolescentes como La clase de Laurent Cantet. Más allá del estereotipo el cine francés impone de vez en cuando una sensibilidad que sigue siendo ejemplar. Y en eso Ozon lleva camino de convertirse en un autor de referencia con un cine carente de artificio o de pomposidad.
El mejor Ozon está aquí, el más inquietante y psicológico, el que habitaba, por ejemplo, parte del metraje de "Swimming pool". También advertimos la huella de Claude Chabrol quien supo transitar por ciertos ambientes provincianos y malsanos con el punto de mira puesto en la burguesía. Los personajes y ambientes de Ozon son otros pero hay un sentido del suspense y una forma de jugar con el espectador que siento cercana a los usos de Chabrol cuyo cine muchos añoramos.
En la casa encierra varias claves pero es también una celebración de la literatura con ese plano final que de manera hitchkoniana nos muestra un universo de ventanas tras las que habitan historias que merecerían ser contadas. La relación progresivamente malsana que se va estableciendo entre un profesor y su alumno nos sumerge en una trama ciertamente sugestiva en la que no siempre las cosas son como parecen. De ahí el fascinante juego que Ozon plantea entre ficción y realidad con ese letraherido adolescente que posa su mirada de voyeur sobre una familia de clase media sobre la que construye un relato intrigante que ejerce una fascinación creciente en su tutor.
En la casa encierra varias claves pero es también una celebración de la literatura con ese plano final que de manera hitchkoniana nos muestra un universo de ventanas tras las que habitan historias que merecerían ser contadas. La relación progresivamente malsana que se va estableciendo entre un profesor y su alumno nos sumerge en una trama ciertamente sugestiva en la que no siempre las cosas son como parecen. De ahí el fascinante juego que Ozon plantea entre ficción y realidad con ese letraherido adolescente que posa su mirada de voyeur sobre una familia de clase media sobre la que construye un relato intrigante que ejerce una fascinación creciente en su tutor.
Los actores están estupendos, incluida la señora de Polanski, Emmanuelle Seigner a la que muchos descubrimos en Frenético de cuyo estreno ha llovido y mucho. Todo el elenco contribuye positivamente a este singular ejercicio metaliterario que mereció la máxima distinción en el Festival de San Sebastián y que en Cádiz ha carecido de la distribución merecida.