BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




martes, 13 de marzo de 2012

LAS HORDAS DE FACEBOOK

Juan Cruz tiene un libro titulado Contra el insulto. Aconsejo su lectura aunque convendría  recordarle al periodista canario que el insulto no siempre viene de la derecha. Hay gente que se proclama de izquierda que llama fascista al que no comulga con sus ideas. Los fascistas son siempre los otros. Lo podemos ver dándonos una vueltecita por las redes sociales donde abunda el exhibicionismo, la intolerancia adornada de falso progresismo.

En Facebook hay quien desnuda el alma y quien saca a relucir sus peores instintos. Somos el país de la envidia, del insulto, del exabrupto, de la desconsideración. La política y el fútbol nos confronta, saca la bestia que llevamos dentro. Hay quien se declara en Facebook  fan del programa Puntopelota (Intereconomía TV) y luego se lanza a repartir insultos. Como quiera que el programa tiene fama de madridista los que practican el insulto son culés cuya beligerancia no conoce límites. Ninguno de ellos han tomado ejemplo del señorío de Pep Guardiola. Atacan con balas al nada moderado Mourihno, no reconocen las virtudes futbolísticas de Cristiano Ronaldo y hablan de conspiraciones arbitrales ahora que el Pep Team no impone su primacía futbolística en la liga. Las pasiones futbolísticas y políticas se parecen demasiado.

En uno y otro lado el insulto se impone y la mala educación también. Se confunde libertad de expresión con desconocimiento. Cada cual ejerce de improvisado historiador, de sesudo analista, de tertuliano de barra de bar o  de Tele 5 como si realmente meditaran algo de lo que suelen aporrear en el teclado. Y uno debería ir contra el insulto venga de donde venga. A mí no me gustan los modos de la derecha pero no soporto que se catalogue a toda la derecha española de fascista y que se tome a los votantes de la derecha por imbéciles. Algo hará mal la izquierda cuando no logra convencer al electorado, algún error habrán cometido en la gestión de la crisis para dejarnos en manos de esta derecha que algún día dejará de ser vista como hija directa del franquismo, por el bien de una democracia de corte europeo, sin una guerra civil que siga dividiendo el país de un modo tan evidente.

Leo en el muro de un poeta que a la señora Cospedal hay que ponerle una bomba lapa y en el muro de otro poeta leo que al ministro Wert hay que darle un tiro en la cabeza. No son simplementes metáforas, son palabras como puños, palabras como carnivoros cuchillos que son reflejo del odio que nos gobierna. Hay algunos que por ser de izquierdas creen que tienen derecho a insultar, supremacia moral para ello, y  por eso llaman fascista al que piensa diferente. Sabemos que este tipo de comportamiento es muy de la derecha pero también se instala en gente que se considera de izquierda y llena sus muros de Facebook de inquina, de odio, de mala leche.

Si uno se rebela ante tales expresiones tiene mucho que perder. Para empezar pueden asociarte a la derecha más cavernaria, a pesar de que hayas escrito libros en un sentido muy diferente. Importa poco que te ignoren, que desconozcan tu trayectoria, lo que tus libros han dibujado en el horizonte. En Facebook la mayoría nos desconocemos y nos desayunamos con barbaridades de gente que no piensa lo que dice y mezclan temas como parecen mezclar medicamentos. Por eso hablan de la voz susurrante de Françoise Hardy pero luego utilizan la metáfora del tiro en la cabeza y asimilan todo el PP con el franquismo. Y de paso descalifican a quienes los votan porque ellos son muy demócratas, porque hay una España que debiera ser erradicada del mapa, aquella que no piensa como ellos, tal como hizo el franquismo, ni más ni menos.

Y el país está para indignarse, para rebelarse, para cuestionar la política de Rajoy, la corrupción institucionalizada de los políticos, pero no para dibujar estas metáforas de dudosísimo gusto. Pero esto es Facebook, señores, y cualquiera puede decir lo que le venga en gana, cualquiera está autorizado para ello, cualquiera puede ejercer de juez si le apetece. Y hay que tener cuidado si se entra al trapo. Pueden tacharte de seguidor del telediario de Intereconomía o de algo peor. Y así caminamos con el lenguaje de las pistolas rememorando aquel muera la inteligencia que quizá era también otra metáfora. Y nos sentimos tremendamente realizados cuando llamamos hijo de puta a alguien. Y luego, a la caída de la tarde nos dejamos llevar por las musas y dedicamos un poema a la concordia, una especie de himno a la alegría o de Imagine con el que olvidamos la bomba lapa y el tiro en la cabeza, esas limpias metáforas que adornan nuestro pensamiento.