BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




sábado, 21 de enero de 2012

LA ORQUESTA DEL TITANIC



Me pierdo en los textos y melodías de "Hoy por ti, mañana por mí", "Cuenta conmigo" o "La Orquesta del Titanic". Vuelven los pájaros cantores y preparan sus escopetas los sepultureros, las alimañas del odio, los anónimos y desterrados que siembran de inquina los foros y las redes sociales. Ya no está el maestro Fontanarrosa para dibujar el ensueño de una gira compartida. Vienen con nuevas canciones burlando al apocalipsis, aferrados a un verso fulgurante que se escribe con tinta roja en la piel suave de los instantes que mece la noche. Hay quien dice que regresan por la tentadora pasta, por esa clase de oferta que nadie en su sano juicio rechazaría, pero hay una amistad verdadera que justifica el regreso a los lugares donde habita el deseo y de donde nunca se han marchado. A los pájaros cantores se les aguarda siempre como al mismísimo maná.

Vuelven Serrat & Sabina con La orquesta del Titanic, título más que elocuente. Lo hacen bajo la dirección musical de Javier Limón que no es Ricardo Miralles ni anduvo con un tal Tete Montoliu. El mundo parece hundirse pero estos pájaros siguen buscando a las musas, cantándole al amor, nadando sin complejos por las regiones del deseo carnal que purifica. Puede que este disco no ofrezca la mejor versión de ambos, algo que parecía imposible. Puede que los agoreros de la derecha más extrema sueñen con la defunción de estos incómodos e irredentos trovadores que alumbraron "Lucía", "No hago otra que pensar en ti", "Cançó de matinada", "Contigo", "Que se llama soledad" o "De purísima y oro".

El mundo parece hundirse pero siguen corriendo abundantes lágrimas por las mejillas del sentimiento, por las mejillas de los tres minutos que duran las canciones eternas, las canciones que no son flor de un día ni moda pasajera para consumo de adolescentes. Por todo ello resulta maravilloso volver a encontrarse en un escenario con Serrat y con Sabina, dejarse llevar por la catarsis, por el fervor, por la devoción multitudinaria, de Cádiz a Buenos Aires, de la patria de Camarón a la de Gardel. En esta España del desprecio y la vileza, de la bajeza política y moral, queda siempre espacio para la canción más hermosa del mundo, la que traen en sus manos soñadoras Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.