BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




martes, 5 de agosto de 2014

ANTONIO MACHADO Y EL VERANO



1. Releer Campos de Castilla, anotar de nuevo el deslumbramiento de los versos del poeta sevillano que cada vez canta mejor. Machado, al que muchos convirtieron en canción, reviviendo su verso en elepés que hoy desempolvamos de los cajones. Me acordé del poema "Galería" cantado por Hilario Camacho (De paso, 1975) y del comentario entusiasta que de él hiciera Juan Ramón Jiménez y que encuentro en el libro El trabajo gustoso (conferencias) del poeta de Moguer: 
Desgarrada la nube; el arcoiris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol en campo envuelto...

El agua en los cabellos de la amada, la modernidad de un poema descriptivo, hondo, amoroso, que Hilario Camacho recrea ejemplarmente con su canción grabada en el sello GONG de mi querido Gonzalo García Pelayo. 

Y todo en la memoria se perdía/ como una pompa de jabón al viento. Tiene el verano forma de pompa de jabón que el viento conduce al infinito. Uno mira a su hija en la plenitud de agosto y sabe que el instante pasa, que en los ojos pesa lo fugaz de todo lo que vive y sueña. 

2. El verano y las moscas a su modo forman una composición naturalista. El poema machadiano revolotea en torno de los cuerpos que se aman, de los bañistas que salen del agua, del típico chulo de playa que zumba por la orilla cual pertinaz mosca. El poema que se mira en los ojos de la adolescente que se quita el bikini para sentirse mujer en la cala profunda del sueño. El poema que agita las alas, que se llena de espuma, que conoce el ritmo fugitivo de las mareas. 

Antonio Machado incluyó "Las moscas" en su libro Soledades como parte de la serie que lleva por nombre humorismos, fantasías y apuntes. El poeta simboliza en las moscas la vida porque ellas son testigos de infancia y adolescencia y finalmente se posan en los párpados yertos de los muertos. Alberto Cortez fue de los primeros en cantar al poeta, riesgo que le ocasionó más de un vituperio. Entre los poemas que seleccionó para su disco estaba "Las moscas" en felicísima adaptación musical. Cuando Serrat grabó su elepé dedicado a Machado (Zafiro-Novola, 1969) grabó la versión de Alberto Cortez, haciéndola más popular dada la enorme repercusión que alcanzaría su disco dedicado al poeta. 

La influencia de Machado continúa en los poetas de hoy. Raquel Lanseros en su libro Las pequeñas espinas son pequeñas incluye un poema titulado "La mosca" que nos hace evocar el poema de Antonio Machado con el que termina dialogando. "Esa mosca que animosa surca/ la somnolencia del final de agosto/ explora, busca, indaga, curiosea/ revolotea vivaz, encauzada al sustento/ vuelve de escudriñar/ tan otra y tan la misma". La mosca que termina posándose en el muslo al sol de la poeta igual que ayer se posara en la carta de amor o en el librote cerrado o en el juguete encantado. "Esta mosca -concluirá Raquel- soy yo/ y mi mano es el tiempo". 

3. Pensar en Antonio Machado, en aquel verano de soledad profusa en el que lloraba la muerte de Leonor Izquierdo, su amada. Acordarse de aquellos versos de "Una noche de verano" que formaban parte del magistral Campos de Castilla. Esa noche de verano en la que estaba abierto el balcón y en la que penetró la muerte en la casa, rompiendo un hilo entre el poeta y Leonor. La voz flamenca de Calixto Sánchez cantó estos versos con poderosa convicción en un hermoso disco machadiano que de alguna manera reforzaba la vinculación del flamenco con el poeta que jamás desdeñó de lo popular y del cante hondo aunque criticara la España dócil y vulgar de charanga y pandereta, del flamenco más típico y tópico. 

4. En el verano de 1969 Serrat aparecía en las listas de éxitos con su disco dedicado al poeta. Al lado de Palito Ortega y de "La chevecha" aparecía Serrat con "La saeta" o con "Cantares". La revista Mundo Joven resulta un termómetro incomparable de aquel furor machadiano vilipendiado por la cátedra. El éxito del disco de Serrat constituyó una forma de abofetear a la industria musical más conservadora, situando a un poeta republicano, muerto camino del exilio, en el hit parade, en lo más alto de las listas. 

El ídolo popular, en manos del astuto Lasso de la Vega, encuentra en Machado una referencia fundamental que influirá en su cancionero futuro. El olmo seco, los proverbios y cantares, la España heladora, el hombre del casino provinciano. Son varios los Machados que Serrat acoge en su voz trémula y juvenil con los arreglos ciertamente rompedores de Miralles. Hay un antes y un después del disco machadiano de Serrat cuya publicación coincide con su primera gira por el continente americano. Se empieza a escribir el primer capítulo de la intensa historia del cantautor catalán en países como Argentina, Chile o México.  

De mi archivo serratiano rescato un cuadernillo del recital de presentación del disco en el Teatro Rambla de Tarrasa. El programa incluye una primera parte de éxitos en catalán (de "Com ho fa el vent" a "M' en vaig a peu") y una segunda dedicada enteramente al disco de Machado que abre "Cantares" (llamados aquí "Cantares de Antonio") y cierra "Parábola". Como curiosidad el cuadernillo incluye un texto laudatorio de Alberto Puig Palau al que pronto Serrat inmortalizaría en la canción "Tío Alberto". 



5. La obra de Machado también encontrará cobijo en el pop español de los años ochenta. Gabinete Caligari graba en el verano de 1987  la excelente "Camino Soria" para su elepé homónimo. La canción no es sólo un canto emocionado a un paisaje que Machado inmortalizara en Campos de Castilla. Es también un homenaje explícito al poeta que no era un ganapán (DRAE: Hombre rudo y tosco): 


Bécquer no era idiota ni Machado un ganapán
y por los dos sabrás que el olvido del amor
se cura en soledad, se cura en soledad, 
a la ribera del Duero existe una ciudad,
a la ribera del Duero mi amor te espero...
Voy Camino Soria, ¿tú hacia donde vas? 

Jaime Urrutia une a Bécquer y a Machado. Tal como hará Juan Ramón Jiménez en una de sus conferencias ya citadas cuando al releer el poema "Galería" de Machado comenta: "¿Qué añadir sino el silencio convencido de todos? Y con este poeta casi siempre abierto, el más profundo, con Bécquer del siglo XIX (Unamuno es más del XX)"

6. Machado y el verano, el sol de agosto sobre el paisaje castellano, la sombra de Leonor y la imagen de un álamo en la imagen cierta del poema. Huir de la gente que va apestando la tierra, dibujar acaso en el paisaje un verso que nos devuelva un resto de infancia. 

*Esta entrada está inspirada en la primera de mis colaboraciones de verano para el programa El público de Canal Sur Radio que presenta Salud Bottaro. 

SÁLVAME


Recuerdo que me partí un brazo jugando al fútbol. Y que en las duras sesiones de rehabilitación había un televisor en el que siempre estaba sintonizado el programa Sálvame (Tele 5). Debía ser su primer año de existencia. Uno sufría por su brazo que debía recuperar musculatura y sufría también por el espectáculo que veía en la pantalla en el que la histeria, el exabrupto y el desafuero se adueñaban de una serie de personajes ciertamente pintorescos. Pasado el tiempo Sálvame resiste como clásico de la sobremesa televisiva y como signo de los tiempos que corren. 

La foto de Ouka Leele tiene su miga. En ella se dan cita los protagonistas de ese engendro televisivo que cumple un lustro de existencia. Lo peor de todo es el encumbramiento de este espacio por parte de medios y de periodistas supuestamente serios. El exquisito Vicente Verdú escribía en las páginas de El País un panegírico al programa y lo situaba en la órbita de Tennessee Williams quien debe estar revolviéndose en su tumba. Su artículo titulado "El circo de las fieras" no tiene desperdicio. Me consta que Verdú es un tipo serio e inteligente que no escribe poseído por ninguna sustancia alucinógena. Si le gusta Sálvame allá él. Su artículo se une a otras perlas del repertorio de quien ha sido capaz de relativizar el valor de la lectura y calificar al elenco de Sálvame de admirable. 

Algunas de nuestras miserias habitan en este tipo de espacios en el que todo lo justifica la audiencia. Sálvame viene a refrendar el fracaso de la televisión como medio pedagógico, su renuncia a cualquier intento de ofrecer un producto digno dentro de un concepto de entretenimiento televisivo. El triunfo del programa es como un espejo en el que se retratan muchos españolitos y españolitas de a pie que encumbran a personajes como Belén Esteban y compañía.  Todo ello conducido por Jorge Javier Vázquez (Premio Ondas) o por la genuina Paz Padilla que no se habrá visto en otra. Ellos orquestan la incontenible verborrea de tan ilustres tertulianos, de tan admirable elenco (ay Verdú) que son parte de una España huera y casposa que no termina de irse. 

Hay cosas peores -eso sí- en este feo mundo inmundo al que cantaba Aute, cosas en forma de guerras pretendidamente legítimas que arrancan vidas, descuajan infancias y dañan colateralmente. Pero Sálvame es un síntoma de que algo no marcha bien, de que este tipo de programas sobran en esa corriente de regeneración que muchos proclaman. 

La muy moderna Ouka Leele estará contenta. Ha fotografiado la posmodernidad y la impostura en los rostros televisivos de Kiko Matamoros, Terelu Campos, Rosa Benito y compañía. Me da pereza recordar el admirable elenco uno por uno. En Sálvame importa poco la falta de principios, de escrúpulos que viene a regir este tipo de programas made in Tele 5. Tampoco importa el vacío, la nimiedad, la miseria de los contenidos, el asalto a la intimidad con la complacencia de los que hoy merecen el calificativo de famosos, sin oficio que justifique tan pingües beneficios, esa forma de vivir del cuento y sacar pecho por ello. Todo termina valiendo para hacer caja y mantener vivito y coleando  el interminable chollo de Sálvame y su colofón semanal (o colocón, otro guiño a Aute) llamado Sálvame deluxe, prolongación noctámbula del esperpento, de esta bicha televisiva que nos define.

lunes, 7 de julio de 2014

VICENTE ALEIXANDRE

Mi padre cruzaba cartas, olas, espumas, odas febriles con Vicente Aleixandre quien llegó  a colaborar en un número de la revista Caleta. La posguerra azotaba como racheado viento de levante pero algunos encontraban una forma de resistencia en la poesía. Para mí Aleixandre nunca fue una presencia ajena y a treinta años de su muerte siento un inmenso placer al releer aquellas cartas.

Madrid a 13 de octubre de 1963: Amigo mío García Gómez: Mil gracias por esa bella nota comentario a un poema mío, escrita además con tanto cariño por usted. Y sigue: La editora de En un vasto dominio es Revista de Occidente. Pero ya he firmado un ejemplar para usted y he dado orden de que se lo remitan. Estoy seguro que esa conferencia suya será muy interesante y lo que siento es no oírla. Ya veo sigue usted trabajando con continuidad y entusiasmo y me alegro mucho. Recuerdos para los amigos. Con mucho afecto y recuerdo siempre. Vicente Aleixandre.

Esta carta me lleva al ejemplar de En un vasto dominio, dedicado por Aleixandre a mi padre donde se indica que el libro procede de la librería Fernando Fe de Madrid sita en Sol, 14. En un vasto dominio es un poemario deslumbrante e inagotable como buena parte de la obra de Vicente Aleixandre al que hoy poco o nada se le cita. ¿Para quien escribo? se pregunta el poeta en el poema inaugural. Pregunta que a muchos acecha. ¿Para quien derramar la amargura del verso, el secreto perfil de sus constelaciones, el eco del misterio, el trazo de la idea, del sueño, del aire...? Me pregunto yo ahora mientras pían los pájaros y sorbo café helado y escucho el ruido de una tubería y pienso en mi amigo Julio Antúnez al que dejé perdido en una novela inacabada. 

Imagino a mi padre leyendo las cartas que Aleixandre puntualmente le remitía. Grandeza y sencillez de quien entendía la poesía humanamente, sin narcisismos innecesarios tan del gusto de poetas de ahora mismo. "El pelo crespo inicia/ la verdad humana" -canta el poeta que le canta a la cabeza, al vientre, al brazo, al ojo que mira y sueña y al sexo. Y a la mano del poeta viejo -trasunto de Lope- que febrilmente aún escribe, aún derrama la tinta oscurísima sobre la hoja crepuscular. 

Leer a Aleixandre en estas tardes largas de verano. Y repasar aquellas cartas dirigidas a mi padre. Madrid, 14 de marzo de 1956. "Mi querido García-Gómez: Aquí le mando un poema para el número de poesía amorosa de Caleta. Me alegra que haya sido posible estar entre ustedes y por primera vez en la revista que con tanto amor hacen. Es mi costumbre, y suelen ser muy amables, corregir yo mismo las pruebas de mis poemas. Mucho le agradeceré me mande las de este original mío en la seguridad de que en 24 horas (también según mi costumbre) estarán de regreso (...)"

La carta prosigue. El poeta se lamenta de no haber podido escuchar una conferencia de mi padre sobre su poesía. Las cartas nos dejan el latido de la escritura, de aquello que fue vida y temblor, promesa y canción de un tiempo que ya no existe.  

Con membrete de la Real Academia Española releo otra carta fechada el 5 de julio de 1957. Aleixandre le dice a José Manuel García Gómez que ha dejado la poesía y que ahora sólo hace trabajos en prosa. Por ese motivo no habrá un poema suyo en el número especial que Caleta prepara sobre poesía andaluza. Y desde Miraflores de la Sierra llegan otra cartas del poeta, todas henchidas de cordialidad, de cercanía, de buenos deseos. 

Joaquín Marco apuntaba en 1969 en la revista Destino a la significación popular de la poesía de Aleixandre: "Gran poeta, no descendió al halago fácil. Su poesía de gran riqueza intelectual guarda el misterio de la creación diaria". Pero no esperen este año  grandes homenajes al poeta. Aleixandre vivió su particular exilio interior pero su enorme poesía no fue nunca complaciente. De Espadas como labios a Historia del corazón la poesía de Aleixandre olía a eternidad pero faltan voceros mediáticos que lo entronicen, de esos que manejan premios y antologías críticas. Recuerden el poema "Se querían" que es uno de los más populares de su obra. Hoy nadie lo recitaría de memoria. "Se querían de noche, cuando los perros hondos/ laten bajo la tierra y los valles se estiran...". 

Triste país que no celebra a Vicente Aleixandre, que no le sitúa en el lugar que le corresponde. Hoy encuentro al poeta, al Premio Nobel, tuteando a mi padre en cartas empapadas de claridad, cartas que viajaban desde el paisaje de Miraflores de la Sierra al mar de Cádiz, al buzón de la calle Cervantes desde donde se armaba aquella entrañable revista llamada Caleta.


domingo, 29 de junio de 2014

ÁNGEL LEÓN Y LA LUZ DEL MAR



No voy a cuestionar los méritos del chef gaditano Ángel León. Ni muchísimo menos. Los tendrá y sobrados. En su campo es un innovador y ahora su campo propicia portadas y programas televisivos. Tanto es así que el cocinero ha alcanzado esa cosa tan dudosa llamada fama que ahora también afecta a los cocineros que son parte de la sociedad del espectáculo.

Perdonen mi perplejidad. "Quiero escuchar a los que tienen algo que decir" se pregunta la escritora Marta Sanz en su libro-ensayo No tan incendiario que resume el estado cultural de nuestro tiempo.  Hoy los que tienen algo que decir no tienen donde decirlo. El conocimiento es un ángel exiliado, una casa ruinosa, un poema inacabado. 

Dice Ángel León que quiere llevar la luz del mar a un plato. Que el comensal coma luz del mar y se sienta superhéroe. La pretensión llevada al arte culinario que es un oficio maravilloso pero que no debiera incorporar lecciones de pomposidad manifiesta. ¿Le han pedido permiso al mar para llevarse su luz...? 

Hay cocineros que se creen como mínimo de la Escuela presocrática. Encuentran filosofía kantiana en una tortilla de patatas. Dicen que para cocinar hay que sufrir, existencialismo sartriano llevado al espacio aromado de los mandiles. Y es que vivimos tiempos culturalmente extraños. La fama y los famosos, la afectación, el elogio de lo intrascendente como también refleja Marta Sanz en su libro cuya lectura aconsejo.  

No cuestiono a Ángel León pero la transmisión de conocimiento exige otras vías. ¿Dónde están los científicos, los que debieran sentar cátedra en auditorios universitarios? Quien no sale en la tele no es tendencia y ya sabemos quienes salen en la tele. 

Andamos algo perdidos o el perdido soy yo. Leo, por ejemplo, Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan y hallo en este trozo de vida escrito impagables lecciones de conocimiento, sin ínfulas de ningún orden. En ciertos chefs sucede todo lo contrario. De ellos es ahora también el reino de los ciegos -y digo bien- y la luz del mar robada a los poetas que ya no tienen quienes los lean. 

Esta entrada parte de la lectura de esta noticia: Ángel León, el maridaje perfecto entre fogones e investigación publicada en Diario de Cádiz. 

martes, 24 de junio de 2014

MUNDIALES



Perdonadme pero yo nací con el fútbol. A mi madre debía pesarle el vientre cuando la Holanda de Johan Cruyff trenzaba poéticamente su fútbol total en el Mundial de Alemania. Para mí no ha habido otra selección como aquella, otro ejemplo más claro de ensoñación futbolística que la que forjó este mítico once que rozó la gloria balompédica e inventó el fútbol moderno. Más de uno recordará ese once formado por Jongbloed, Suurbier, Haan, Rijsbergen, Krol, Jansen, Neeskens, Van Hanegem, Rep, Cruyff y Rensenbrink. 

La Holanda de Rinus Michels no pudo ganarle a Alemania en aquella final pero hay victorias escasamente memorables y derrotas absolutamente líricas. La de Holanda fue una de ellas, maneras de perder y de entender el trato con la pelota que aquellos futbolistas habían desarrollado previamente en el Ajax, dominador a principios de los años setenta del fútbol europeo. A mi madre debía pesarle el vientre cuando Johan Cruyff se adueñaba del balón y ensayaba una de sus jugadas inverosímiles. Unos meses más tarde vine al mundo y pocos años más tarde mis padres me fotografiaron con un balón de reglamento que era más grande que yo. 

Hace cuatro años Iniesta dio el primer Mundial a España. Unas horas antes había nacido mi hija. El adulto que ya era se acordó del niño que había sido, de aquel niño que sentía como propios los fracasos mundialistas de la selección, la agonía de esos partidos en los que jugábamos como nunca para perder como siempre. Hasta que le ganamos en la final del Mundial de Sudáfrica a una Holanda muy distinta a la de 1974 y en cierto modo aquella España que tocaba y tocaba debía mucho a la fantasiosa escuadra que lideró Cruyff. 

En mi memoria mundialista se suman las secuencias, los recuerdos  de la niñez donde de pronto aparece Zico (el Pelé blanco), el doctor Sócrates, Paolo Rossi, las zancadas de Kempes, Enzo Scifo o el mismísimo Mágico González enfrentándose a Hungría en el Mundial de España. Recuerdo, por ejemplo, una vaga imagen del mundial de Argentina, del fallo del flaco Cardeñosa ante Brasil y también me vienen estampas atropelladas del Mundial de España (ay Naranjito) del estrepitoso fracaso ante Honduras que vaticinaba un Mundial absolutamente desalentador para aquella desdibujada selección española. También me viene a la mente aquel adolescente que también fui celebrando los cuatro goles de Butragueño en el Mundial de México frente a Dinamarca. Aquel júbilo, aquella explosión, aquella portada de Don Balón (Butragoles creo que decía) preludiaba quizá ese segundo para la eternidad en el que Iniesta puso el balón en el camino de la gloria y del sueño. 

Sólo es fútbol dirán algunos. Pero debéis perdonadme porque yo nací amando este deporte. Por eso siento una especial emoción cuando llega un nuevo Mundial como el de este año en Brasil. Importa poco el fracaso asumido de una selección española absolutamente desconocida y que no ha sabido defender con dignidad el título alcanzado hace cuatro años, el mismo día que nacía mi hija. Con el tiempo uno ama el fútbol como espectador y comprende que no se puede ser sublime sin interrupción y que igual que acabó el ciclo del Barça también lo ha hecho el de la selección española. 

Fútbol es fútbol que dijera el difunto Boskov. Y un Mundial constituye la cima de este deporte, su más perfecta representación. Por eso me acuerdo de mi madre pesándole el vientre, de Holanda y del Mundial del año 1974, el año que yo nací.  

jueves, 12 de junio de 2014

RAQUEL LANSEROS Y FERNANDO VALVERDE


Sin poesía no hay ciudad dicen de forma machacona las pantallas digitales que el Ayuntamiento de Cádiz tiene colocadas por toda la ciudad. Es una gran mentira porque la mayoría de los políticos ni creen en la poesía ni la leen ni la difunden ni la promueven salvo que les pueda otorgar algún tipo de rédito. Sin poesía no hay ciudad pero el recital de Raquel Lanseros y Fernando Valverde no atrajo la atención de ningún político ni tuvo la atención de los medios. No estuvo Onda Cádiz ni Cádiz directo ni Universo gaditano ni Diario de Cádiz. Importan más otras cosas pero sin poesía no hay ciudad.

Esta ciudad es muy complicada. Lo he dicho muchas veces. Si recitara -pongo por caso- Juan Carlos Aragón Becerra todos irían a  hacerle la ola. Si pregonara Ramón Velázquez a la caballa caletera irían a escucharle los futuros pregoneros de Semana Santa con mil ripios de alabanza mariana bajo el brazo. Pero recita una poeta de altura como Raquel y los poetas del Carnaval hacen mutis por el foro. 

La cultura de una ciudad se mide por la respuesta a este tipo de actos. Y créanme que escuchar recitar a Raquel es una experiencia que nos reconcilia con la poesía, con ese fogonazo del verso que hacemos nuestro, que colocamos al lado de nuestras pertenencias más sagradas, como parte de lo que somos. El último libro de Raquel Lanseros se titula Las espinas pequeñas son pequeñas y es una joya. Con Raquel Lanseros vino Fernando Valverde, otro poeta que ha alcanzando un lugar relevante en la poesía española de nuestro tiempo. Recitó algunos poemas de su libro La insistencia del daño.

La grabación que acompaña estas líneas revela la emoción contenida en los versos que se declamaron en un acto organizado por el Centro Andaluz de las Letras. Sin poesía no hay ciudad pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Pero a veces nos basta con un poema para descifrar el mundo, para contener la lágrima habitada y ser memoria, tiempo y canción.